Los psiquiatras dan el alta al agresor del Señor del Gran Poder El hombre, de 37 años, está imputado por un presunto delito de atentado contra el patrimonio histórico artístico, que establece de uno a tres años de cárcel
Luis C.O., el hombre que atacó brutalmente la imagen de Jesús del Gran Poder tras la misa de ocho y media del domingo 21 de junio recibió el pasado viernes el alta del Área de Psiquiatría del Hospital Juan Ramón Jiménez de Huelva, donde ingresó el pasado 23 de junio.
Fuentes del citado hospital confirmaron a E.P. que el paciente ya no requería ingreso hospitalario, por lo cual se le concedió el alta para que pudiera regresar a su domicilio.
Como se recordará, antes de ser ingresado en el Juan Ramón Jiménez, el presunto autor de la agresión a la talla, que fue puesto en libertad con cargos, permaneció en observación en el Área de Psiquiatría del Hospital Virgen Macarena de Sevilla, donde fue trasladado obedeciendo la orden del Juzgado de Instrucción número 10, con objeto de que fuera sometido a un examen psiquiátrico, toda vez que Luis, tras ser detenido, lanzó manifestaciones sobre que él era Jesucristo, «el hijo de Dios» «el representante del espíritu de Jesús», y dijo que «Jesús no necesita ninguna representación en madera muerta», aclarando que era «consciente» del valor artístico de la imagen del Señor de Sevilla, lo que hizo pensar que el agresor sufría algún tipo de trastorno mental, aunque en el desempeño de su labor en la cárcel de Huelva no mostró comportamientos extraños o anómalos antes del suceso.
«Falta de control»
El hombre, de 37 años de edad, es funcionario de prisiones aunque fue suspendido de forma cautelar y provisional por la Dirección General de Instituciones Penitenciarias, por la «agresividad» y la «falta de control» que demostró agrediendo al Gran Poder, al que arrancó un brazo de cuajo, y porque ello podría suponer un riesgo tanto para los internos como para otros trabajadores.
Tras el ataque a la imagen, en cualquier caso, quedaron sobre el tapete dos cuestiones. La primera se refiere al delito de atentado contra el patrimonio histórico artístico que imputan al agresor. Según el artículo 323 del Código Penal, se enfrenta a una petición de uno a tres años de cárcel y «una multa de doce a 24 meses» por causar «daños en un archivo, registro, museo, biblioteca, centro docente, gabinete científico, institución análoga o bienes de valor histórico, artístico, científico, cultural o monumental, así como en yacimientos arqueológicos». Pero, ello ha levantado una cierta polémica en sectores católicos, ya que no se contempla que el ataque ha sido contra una imagen devocional y que existe un delito tipificado para ello en el artículo de Libertad de Conciencia y Sentimiento Religioso del Código Penal, que se adecuaría más, según estos sectores, a los hechos.
La seguridad
La otra cuestión se refiere directamente a la seguridad de las imágenes devocionales. Y, en este sentido, el atentado al Señor del Gran Poder ha marcado un antes y un después en la protección que en hermandades, iglesias y conventos tienen las imágenes que reciben culto y que están expuestas al público. Es indudable que, a pesar de que las hermandades han considerado en general este ataque como un hecho aislado, han comenzado a incrementar las medidas en torno a sus imágenes, algunas de las cuales están auténticamente desprotegidas, especialmente con guardas de seguridad para celebraciones especiales como besamanos o besapiés.
Fuentes del citado hospital confirmaron a E.P. que el paciente ya no requería ingreso hospitalario, por lo cual se le concedió el alta para que pudiera regresar a su domicilio.
Como se recordará, antes de ser ingresado en el Juan Ramón Jiménez, el presunto autor de la agresión a la talla, que fue puesto en libertad con cargos, permaneció en observación en el Área de Psiquiatría del Hospital Virgen Macarena de Sevilla, donde fue trasladado obedeciendo la orden del Juzgado de Instrucción número 10, con objeto de que fuera sometido a un examen psiquiátrico, toda vez que Luis, tras ser detenido, lanzó manifestaciones sobre que él era Jesucristo, «el hijo de Dios» «el representante del espíritu de Jesús», y dijo que «Jesús no necesita ninguna representación en madera muerta», aclarando que era «consciente» del valor artístico de la imagen del Señor de Sevilla, lo que hizo pensar que el agresor sufría algún tipo de trastorno mental, aunque en el desempeño de su labor en la cárcel de Huelva no mostró comportamientos extraños o anómalos antes del suceso.
«Falta de control»
El hombre, de 37 años de edad, es funcionario de prisiones aunque fue suspendido de forma cautelar y provisional por la Dirección General de Instituciones Penitenciarias, por la «agresividad» y la «falta de control» que demostró agrediendo al Gran Poder, al que arrancó un brazo de cuajo, y porque ello podría suponer un riesgo tanto para los internos como para otros trabajadores.
Tras el ataque a la imagen, en cualquier caso, quedaron sobre el tapete dos cuestiones. La primera se refiere al delito de atentado contra el patrimonio histórico artístico que imputan al agresor. Según el artículo 323 del Código Penal, se enfrenta a una petición de uno a tres años de cárcel y «una multa de doce a 24 meses» por causar «daños en un archivo, registro, museo, biblioteca, centro docente, gabinete científico, institución análoga o bienes de valor histórico, artístico, científico, cultural o monumental, así como en yacimientos arqueológicos». Pero, ello ha levantado una cierta polémica en sectores católicos, ya que no se contempla que el ataque ha sido contra una imagen devocional y que existe un delito tipificado para ello en el artículo de Libertad de Conciencia y Sentimiento Religioso del Código Penal, que se adecuaría más, según estos sectores, a los hechos.
La seguridad
La otra cuestión se refiere directamente a la seguridad de las imágenes devocionales. Y, en este sentido, el atentado al Señor del Gran Poder ha marcado un antes y un después en la protección que en hermandades, iglesias y conventos tienen las imágenes que reciben culto y que están expuestas al público. Es indudable que, a pesar de que las hermandades han considerado en general este ataque como un hecho aislado, han comenzado a incrementar las medidas en torno a sus imágenes, algunas de las cuales están auténticamente desprotegidas, especialmente con guardas de seguridad para celebraciones especiales como besamanos o besapiés.
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