Parados y pequeños empresarios en apuros son utilizados para introducir cocaína en España
“Las cifras son muy elevadas, pero desgraciadamente estamos dentro de las previsiones -manifestó a este diario el coronel Tomás Navarro, jefe del Servicio Fiscal de la Guardia Civil-. El mercado español no tiene demanda para consumir tal cantidad de droga, lo que confirma que seguimos siendo un país de tránsito hacia Europa. De hachís, procedente mayoritariamente de Marruecos, y de cocaína que llega desde Colombia”.
Seis de cada diez detenidos son españoles
Los números, además de elevados, resultan sorprendentes en otros aspectos. Por ejemplo, que seis de cada diez traficantes detenidos son españoles, por 1.555 marroquíes, que ocupan el segundo lugar, a mucha distancia de los colombianos (548), franceses (185), ingleses (156) y dominicanos (140). De ellos, un 87% son hombres y el 13% mujeres, y predominan los comprendidos entre 19 y 30 años, que suponen el 44 % del total.
“Un fenómeno nuevo y preocupante es que entre los españoles detenidos nos encontramos con parados y pequeños empresarios en apuros que nunca habían tenido relación con ese mundo, a quienes las organizaciones de narcotraficantes están utilizando para introducir droga –dice el coronel Tomás Navarro- . Es una cifra muy pequeña, pero es significativo”. El responsable del Servicio Fiscal de la Benemérita señala que estas personas introducen entre 800 y 900 gramos de cocaína en el estómago.
La mayor parte de la droga intervenida son derivados cannábicos, entre los que predomina el hachís: 338.247 kilos, que representan un incremento del 21% en relación con el año 2008. El resto es fundamentalmente cocaína (8.345 kilos), con un descenso del 26% en comparación con el año anterior. Seis de cada diez kilos se incautaron en calas y playas, cuando acababan de ser desembarcados. En los controles aduaneros se intervino otro 35%, y el resto en alta mar o en el litoral (el 39% de la cocaína por el 10% del hachís).
“Las organizaciones son cada vez más estancas, lo que supone una dificultad adicional para llegar a ellas –dice el coronel Navarro- . Ahora es habitual que los alijos se desembarquen en playas o calas y se entreguen una persona desconocida para el transportista que la carga en un vehículo previamente robado por la organización, que a su vez debe dejar en un punto previamente convenido. Nadie conoce a nadie, de manera que podemos detener a los intermediarios, pero es muy complicado llegar a quienes mueven la red”.
La rivalidad entre maras genera caos en cárceles
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