Una vez conocida y aceptada la posibilidad de que el riesgo
psicosocial llegue a afectarnos a todos y cada uno de los empleados públicos,
como al resto de los trabajadores, procede ya establecer algunas proporciones y marcar los perfiles
más característicos o con mayor incidencia, ya que
no cabe la utilización del término propensión, que contiene en sí una idea de tendencia hacia, en absoluto adecuada a la víctima de un riesgo psicosocial.
La primera de las diferencias estadísticas significativas que
podemos observar en la distribución de afectados por este tipo de riesgo es la
relativa a su sexo. La estadística que tenemos al respecto es claramente
diferenciadora, dos tercios de las
personas atendidas por efecto de los riesgos psicosociales son mujeres, mientras que el tercio restante corresponde a hombres.
Los datos estadísticos nos aportan una información valiosa, pero
no siempre toda la información. La primera matización a esta estadística en la
relativa a la muestra de individuos sobre los que se lleva a efecto el estudio.
En este caso es sobre las personas que solicitan de una forma u otra ayuda por
considerar que están soportando hostigamiento, acoso, mobbing,
o un estrés desproporcionado con respecto al que sería aceptable para su puesto
de trabajo. Podríamos pensar que
trabajadores de uno y otro sexo solicitan ayuda por igual ante iguales situaciones, considerando que la estadística así
inferida es por completo representativa del colectivo analizado; pero esta circunstancia no es exactamente
así.
Aunque cada día conseguimos avances en la educación de los
menores en valores de igualdad, lo cierto es que, en general, la educación de niños y niñas, tiene aún
diferencias notables que crean algunos sesgos que
deben ser considerados. Por término general a los varones se les educa más en
la línea de llegar a ser un “hombre hecho y derecho”, o incluso por utilizar
una expresión frecuente (eso sí, hoy en franca decadencia…) para ser un
“machote”. Este tipo de educación hace que los varones asuman con frecuencia
conceptos como el de que “los hombres no lloran”, y en general el rol de aquél
que debe soportar mejor el sufrimiento. La asunción de este tipo de “deberes”,
probablemente, hace que las peticiones de ayuda de los hombres sean menos en número
y desde luego –y esta circunstancia sí que tiene una corroboración estadística-
que cuando finalmente piden ayuda, el tiempo de padecimiento ha sido más lago y
lógicamente el proceso patológico está en un estadio más avanzado, como con
mucha probabilidad también las patologías asociadas.
Sin embargo, siempre en términos generales, la mujer es más dada
a solicitar ayuda, o al menos a solicitarla antes en la progresión de una
situación de riesgo psicosocial; lo que sin duda permite trabajar mejor en la recuperación
de la víctima.
Así, con el rigor necesario, podemos afirmar que el número de
víctimas de este riesgo laboral es mayor entre la población laboral del sexo
femenino y que, entre los casos que se vienen contabilizando, es dos veces
mayor la cifra en el caso de las mujeres que en el de los hombres; pero también
debemos de ser
conscientes de la existencia de otros factores que pueden ser significativos en la atribución del grado real de
afectados en uno y otro sexo a este riesgo laboral. De otro modo podríamos caer
en errores mayores, como el de inferir, ante el mayor número absoluto de casos
del sexo femenino contabilizados, que los hombres tienen un mayor grado de
resistencia ante este tipo de riesgo, o que tienen una fortaleza mayor ante la
violencia psicológica; circunstancias estas que no están en modo alguno
acreditadas.
Desde CSI.F te invitamos a hacer un análisis
lo más realista y profundo posible de todas
las circunstancia que tienen que ver con tu trabajo y de forma muy especial de
aquellas que tienen que ver con el riesgo de llegar a padecer algún tipo de
daño derivado del trabajo, y te invitamos a hacer este estudio con nosotros de
la manera más amplia, menos simplista posible, tratándose como se trata en este
caso de cuestiones de la mayor importancia para tu bienestar y para tu salud
como trabajador. De entre estas invitaciones la primera y más evidente es la de
considerar al riesgo
psicosocial como uno de los que estadísticamente más posibilidades tienes de
llegar a soportar, esto desde luego no lo dudes,
independientemente de
tu sexo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario