miércoles, 10 de abril de 2013

ACOSO LABORAL, LAS VÍCTIMAS (II): ALGUNOS DATOS



Una vez conocida y aceptada la posibilidad de que el riesgo psicosocial llegue a afectarnos a todos y cada uno de los empleados públicos, como al resto de los trabajadores, procede ya establecer algunas proporciones y marcar los perfiles más característicos o con mayor incidencia, ya que no cabe la utilización del término propensión, que contiene en sí una idea de tendencia hacia, en absoluto adecuada a la víctima de un riesgo psicosocial.
La primera de las diferencias estadísticas significativas que podemos observar en la distribución de afectados por este tipo de riesgo es la relativa a su sexo. La estadística que tenemos al respecto es claramente diferenciadora, dos tercios de las personas atendidas por efecto de los riesgos psicosociales son mujeres, mientras que el tercio restante corresponde a hombres.
Los datos estadísticos nos aportan una información valiosa, pero no siempre toda la información. La primera matización a esta estadística en la relativa a la muestra de individuos sobre los que se lleva a efecto el estudio. En este caso es sobre las personas que solicitan de una forma u otra ayuda por considerar que están soportando hostigamiento, acoso, mobbing, o un estrés desproporcionado con respecto al que sería aceptable para su puesto de trabajo. Podríamos pensar que trabajadores de uno y otro sexo solicitan ayuda por igual ante iguales situaciones, considerando que la estadística así inferida es por completo representativa del colectivo analizado; pero esta circunstancia no es exactamente así.
Aunque cada día conseguimos avances en la educación de los menores en valores de igualdad, lo cierto es que, en general, la educación de niños y niñas, tiene aún diferencias notables que crean algunos sesgos que deben ser considerados. Por término general a los varones se les educa más en la línea de llegar a ser un “hombre hecho y derecho”, o incluso por utilizar una expresión frecuente (eso sí, hoy en franca decadencia…) para ser un “machote”. Este tipo de educación hace que los varones asuman con frecuencia conceptos como el de que “los hombres no lloran”, y en general el rol de aquél que debe soportar mejor el sufrimiento. La asunción de este tipo de “deberes”, probablemente, hace que las peticiones de ayuda de los hombres sean menos en número y desde luego –y esta circunstancia sí que tiene una corroboración estadística- que cuando finalmente piden ayuda, el tiempo de padecimiento ha sido más lago y lógicamente el proceso patológico está en un estadio más avanzado, como con mucha probabilidad también las patologías asociadas.
Sin embargo, siempre en términos generales, la mujer es más dada a solicitar ayuda, o al menos a solicitarla antes en la progresión de una situación de riesgo psicosocial; lo que sin duda permite trabajar mejor en la recuperación de la víctima.
Así, con el rigor necesario, podemos afirmar que el número de víctimas de este riesgo laboral es mayor entre la población laboral del sexo femenino y que, entre los casos que se vienen contabilizando, es dos veces mayor la cifra en el caso de las mujeres que en el de los hombres; pero también debemos de ser conscientes de la existencia de otros factores que pueden ser significativos en la atribución del grado real de afectados en uno y otro sexo a este riesgo laboral. De otro modo podríamos caer en errores mayores, como el de inferir, ante el mayor número absoluto de casos del sexo femenino contabilizados, que los hombres tienen un mayor grado de resistencia ante este tipo de riesgo, o que tienen una fortaleza mayor ante la violencia psicológica; circunstancias estas que no están en modo alguno acreditadas.
Desde CSI.F te invitamos a hacer un análisis lo más realista y profundo posible de todas las circunstancia que tienen que ver con tu trabajo y de forma muy especial de aquellas que tienen que ver con el riesgo de llegar a padecer algún tipo de daño derivado del trabajo, y te invitamos a hacer este estudio con nosotros de la manera más amplia, menos simplista posible, tratándose como se trata en este caso de cuestiones de la mayor importancia para tu bienestar y para tu salud como trabajador. De entre estas invitaciones la primera y más evidente es la de considerar al riesgo psicosocial como uno de los que estadísticamente más posibilidades tienes de llegar a soportar, esto desde luego no lo dudes, independientemente de tu sexo.

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