jueves, 31 de enero de 2013

¿Para qué sirven las cárceles en Venezuela?

Se puede entender que las cárceles no sean un lugar tipo “hotel cinco estrellas”, pero no todas ellas tienen que ser -ni son- el infierno que son las prisiones venezolanas.
Nelson Mandela, en sus “Conversaciones conmigo mismo” (2010) le dedica unas cuantas páginas a su vida en la cárcel. En Robben Island, las condiciones no eran precisamente de lujo y confort: escaseaba la comida, trabajo duro, vigilantes despiadados, les habrían las cartas a todos los presos, las visitas eran cada seis meses… sin embargo, Mandela encontró que habían ciertas “bondades”, como lo expresa en una carta que le hace a su entonces esposa Winnie, en febrero de 1975: “… podrías darte cuenta de que la celda es un lugar ideal para conocerte a ti misma, para analizar realista y regularmente los procesos de tu mente… la celda, si no sirve para otra cosa, al menos te ofrece la oportunidad de observar todas tus conductas a diario, de superar lo malo y potenciar lo que haya de bueno en ti. (p. 248)
Uno lee esas líneas y piensa que a pesar de lo terrible que eran esos centros de reclusión en la Suráfrica del apartheid, no eran ni la sombra de los centros venezolanos, en donde los privados de libertad no cuentan ni con un espacio para que puedan sentarse, mucho menos pensar un rato, pues el hacinamiento es tal que cualquier persona lo que hace es sacar lo peor de sí misma. Para ilustrar este problema del hacinamiento, la cárcel de Uribana -Barquisimeto- según el Observatorio Venezolano de Prisiones, tiene capacidad para 850 reos y alberga actualmente 2.500, ¿cómo puede alguien pensar un segundo en esa situación en algo que no sea cómo sobrevivir?
Las cárceles, si no sirven para “observar tus conductas, superar lo malo y potenciar lo bueno”, como dijo Mandela en esa oportunidad, al menos podrían servir para “contener lo malo” de preso y proteger a los reclusos, pues están bajo la responsabilidad directa del Estado. En Venezuela ni lo uno ni lo otro, pues desde las cárceles se planifican delitos y los que están dentro no tienen ninguna seguridad. Uribana es una de las nueve cárceles del país que cuenta con medidas provisionales de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, pero en los sucesos de este viernes han muerto cerca de 60 presos y unos 120 heridos. ¿De quién dependen esas vidas recluidas? Las preguntas se han hecho mil veces, pero como no hay respuestas, hay que seguir haciéndolas ¿por qué hay tanta arma dentro? ¿por qué los “pranes” son los que mandan?
Volviendo a Mandela, en otro escrito, habla de los vigilantes de las prisiones, y dice que “no constituían ni de lejos el segmento mejor educador de la comunidad. La mayoría eran hostiles con respecto a nuestras aspiraciones (de libertad) y consideraban que todo prisionero negro era subhumano. Eran tremendamente crueles, racistas y burdos en su trato hacia nosotros”. (p.249)
No sé si se puede hablar mejor de los encargados de las prisiones venezolanas. Puede entenderse la necesidad del uso de la fuerza en algunos casos, pero todo tiene su límite, si las autoridades se comportan como los delincuentes, ¿no son iguales?
No pareciera que el proceso de “humanización de las cárceles”, que pregonado por las autoridades, esté dando mucho resultado, ni para los reclusos ni para sus responsables. Hace falta algo más que anuncios y nombres bonitos para que las cárceles sirvan para algo bueno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario