martes, 13 de noviembre de 2012

"Un meditado "NO" a la Huelga"

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Basada en una tremenda responsabilidad con el Estado, en la fuerza de nuestra acción sindical y en el gigantesco amparo de nuestra independencia, CSI·F decidió hace unas fechas no secundar la huelga general convocada para este próximo miércoles. Fue una decisión razonada concienzudamente, meditada hasta en la última coma que alberga nuestro mensaje y discutida en profundidad y de manera democrática en el seno de nuestro sindicato. Incluso con voces discordantes dentro de nuestra propia organización, que goza de una democracia interna sobresaliente. Eso sí, la decisión adoptada por CSI·F ha estado, en todo momento, presidida por la salvaguarda de nuestros principios de profesionalidad e independencia.
Nadie puede exigirle más esfuerzo a los Empleados Públicos. Hemos sufrido ataques y afrentas tanto desde el gobierno central como desde el autonómico. Hemos perdido casi un treinta por ciento de poder adquisitivo en los últimos dos años. Hemos sufrido ataques a nuestro prestigio y reputación desde varios frentes. Hemos visto cómo nuestra imagen era vilipendiada, incluso hasta ponernos como parte del problema y no, como creo que somos, como parte de la solución de esta tremenda crisis.  Una crisis que ha pasado ya los límites de la economía financiera para pasar a ser una crisis laboral, social y, si me apuran, hasta sistémica.
Pero a pesar de esos agravios, a pesar de esas afrentas, una huelga general es una medida de gran calado en la vida de un país. Su convocatoria debe atender a criterios de oportunidad y efectividad y contar con el respaldo mayoritario de los trabajadores. De no ser así, sus efectos pueden ser perjudiciales para la consecución de los objetivos propuestos, así como condicionar actuaciones reivindicativas futuras. Y ese marco no es, precisamente, el reinante en nuestro país. Desde CSI·F consideramos que no se dan las circunstancias adecuadas para la convocatoria de una huelga.
España, en plena crisis, ya ha sufrido dos huelgas generales que no han hecho otra cosa que perjudicar nuestra imagen exterior y dañar nuestros ya maltrecha situación económica. Tras la convocatoria del 29 de marzo, la prima de riesgo aumentó casi en trescientos puntos (de 344 a 635) y la bolsa cayó en cas tres mil (de 7.963 a 5.905) en los cuatro meses posteriores. Ahora, en una situación similar a la del marzo pasado tanto en las cifras macroeconómicas expuestas como (lamentablemente) en el número de desempleados, volver a apostar por otra huelga sería abocar a España al temido rescate. Acerca al país hacia el precipicio al que parecíamos destinados en verano. Por esa responsabilidad ante la situación del país, no podemos apoyar de ningún modo esta huelga que consideramos inoportuna.
Pero voy más allá de la situación económica-financiera que vivimos. Esta convocatoria tiene un claro componente político. Se vincula directamente a un referéndum a nivel nacional que no consideramos ni procedente ni necesario. CSI·F no pone ni quita gobiernos. Para ello ya están las urnas y los mecanismos democráticos que recoge nuestra Constitución. Tampoco sirve de acicate político de sigla alguna. Nuestra independencia no nos lo permite, ni a nivel nacional ni a nivel autonómico.
Este componente político choca de manera frontal con nuestra manera de vivir el sindicalismo. Un sindicalismo que rechaza la vinculación con la política y que sale a la calle, como hemos hecho y haremos siempre, contra las medidas de los gobiernos de derecha y contra las medidas de los gobiernos de izquierdas. Por esa independencia, consideramos que nuestra decisión está profundamente meditada, razonada y debatida. Y por eso exigimos que se nos respete tanto como CSI·F respeta a las organizaciones convocantes de la huelga. El derecho constitucional tanto a hacer huelga como a trabajar debe prevalecer en esta situación, ahorrándonos de paso situaciones dantescas como las vividas otrora.
CSI·F, amparada -como decía- en la fuerza de su independencia, ha decidido no apoyar esta huelga. Pero esta negativa no debe ser tomada como un cheque en blanco hacia el gobierno y, muchísimo menos, hacia sus medidas de ajuste. Unas medidas que, desde marzo de 2010, tienen como blanco principal los Empleados y los Servicios Públicos que defendemos, tales como la Enseñanza, la Sanidad o la Dependencia, pilares todos ellos de la sociedad actual. Unas medidas que de manera injusta, arbitraria y desproporcionada, se han ensañado con nuestros derechos. CSI·F seguirá en la calle. Seguirá demostrando su independencia en cada afrenta, siempre que sea necesario. Seguirá luchando por los derechos de los Empleados Públicos y actuando con la misma responsabilidad, independencia y profesionalidad que le han llevado a tomar esta decisión ante la huelga. Una decisión meditada, razonada y que merece el mismo respeto que si fuese la opuesta.
José Luis Heredia Hernández

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