Entre EPA y SEPE, extravío de un millón de parados fantasmas
Se busca a un millón de españoles que no existen. Los había detectado
el radar de la EPA (Encuesta de Población Activa), pero los ha hecho
desaparecer, como por arte de magia, el informe sobre desempleo del SEPE
(el antiguo INEM) recién salido del horno. Teníamos 5.778.100 de
parados apenas hace unas semanas con la EPA y han encogido hasta 4,8
millones esta misma mañana del 5 de noviembre de 2012, se conoce que
como consecuencia de las lluvias del Dios de la cosa que no ha dejado de
llorar sobre España.
La España bipolar
Este baile de cifras entre la EPA y el INEM, no es más que otro
síntoma inequívoco de que vivimos en un país bipolar en el que nunca
coinciden los números.
Éramos pocos, se nos acumulaban pocas incógnitas aritméticas (el
número de manifestantes en cada convocatoria, el de catalanes dispuestos
a romper la baraja, el de ingresos reales en los PGE, el de los gastos
de Mas en Moscú, el del déficit al final del 2012, el de los agujeros de
la teles públicas, el del aforo trágico del Madrid Arena, el de coches
oficiales, el de chiringuitos en la Administración Central y las
autonómicas, el del overbooking de asesores, la madre que nos parió), y
resulta que ni siquiera nos salen las cuentas de un colectivo que, por
su propia naturaleza trágicamente estática, o sea, condenado a estar
parado, debería resultar muy sencillo de controlar a la hora de hacer
inventario.
Una nueva especie de NiNis: ni trabajan ni están en paro
Un millón de fantasmas viven a partir de esta mañana entre dos
mundos: los parados oficiales y los privilegiados españoles con trabajo.
Son una nueva especie de NINIS (ni trabajan, ni todo lo contrario) que
se pasean por las calles españolas como el protagonista de Ghost por las
calles de Nueva York, gritándole desesperadamente a todo hijo de vecino
que se cruza con ellos: "Eh, ¿no me oye, no me ve...? ¡Estoy aquí!"
Están ahí, en efecto. Los detecta la EPA, una especie de Anne Germain
que todavía no ha fichado Tele 5, y le pone los pelos de punta a los
españoles cuando les revela que estamos rozando los seis millones de
parados, de muertos vivientes laborales, algunos de los cuales han
empezado a considerar seriamente autoexpedirse un billete al más allá
sólo de ida.
¿Por qué no se confecciona un inventario único y real de parados? Por
mucho que duela la verdad, no tiene remedio. Estén dados de alta o no
en el INEM, buscan trabajo desesperadamente.
No se les puede borrar de un plumazo porque hagan una efímera chapuza
de año en año a cambio de unos euros; no es justo demonizarlos bajo la
sospecha generalizada de que están cobrando miserias en negro; no se les
debe ignorar para intentar suavizar el pronóstico del cáncer laborar
galopante que padece España.
Los fantasmas del antiguo INEM
La opinión pública sabe que el INEM no contabiliza a los que han
tirado la toalla (en el tercer trimestre de 2012 se han rendido 12 mil
personas) tras varios años en busca del empleo perdido. Y que considera
personas en activo a seres humanos que perciben 7 euros por día mientras
realizan un curso de formación programado, en la mayoría de los casos
absurdo e inútil. Que no contempla como desempleados a personas que
buscan su primer trabajo o con contratos de menos de tres meses de
duración o con subsidios agrarios de infrasupervivencia.
Los vas sumando, chavales que buscan trabajos durante sus estudios o
al finalizarlos, seres humanos que hacen chapuzas esporádicas, o firman
contratos inferiores a tres meses, o reciben un subsidio de
subsistencia, o aceptan acudir a un curso de formación para evitar
represalias, y te sale el millón de fantasmas del antiguo INEM (Servicio
Público de Empleo), que por un lado no tienen trabajo en toda la
dimensión de la palabra, pero por otro tampoco son parados.
Políticas Activas de Empleo
Entonces, ¿qué son? Muy buena pregunta. Ni ellos mismos lo saben.
Amparo, casada, dos hijos, más cerca de los cuarenta que de los
cincuenta, es una magnífica ex empleada del hogar agraciada con uno de
esos cursos que pueden cambiar su vida: introducción a la informática.
Debe ser que los cerebros del Servicio Público de Empleo la están
preparando para la demanda laboral de especialistas en las tareas de
hogares equipados de domótica y nuevas tecnologías. Mientras dura el
curso percibe 7 euros por jornada. Y se gasta cuatro de ellos al día
para trasladarse en autobús al municipio donde se imparten las clases, a
una decena de kilómetros del municipio en el que vive.
A cosas así, le siguen llamando engoladamente políticas activas de empleo. ¡Manda carallo!-¿Qué otra cosa puedo hacer? -le confiesa a Periodista Digital- Por un lado sé que estoy perdiendo el tiempo y, por otro, si me niego la asistenta social de mi Ayuntamiento me pone en la lista negra"
Periodista Digital
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