EL NACIONALISMO A FINALES DEL SIGLO XX
Basado en E.J HOBSBAWM, "Naciones y Nacionalismos desde 1780, Editorial Crítica, Barcelona 1991.
Los movimientos nacionalistas característicos de finales del siglo XX
son esencialmente negativos, o, mejor dicho, divisivos. De ahí la
insistencia en la etnicidad y las diferencias lingüísticas, cada una de
ellas combinadas a veces, como el caso Vasco o Catalán, con la religión.
En cierto sentido, algunos de ellos estaban dirigidos contra lo que
consideraban modos de organización política anticuados, en nombre de un
modelo, tal vez mal concebido, de modernidad política: el Estado-nación.
Este es el caso de los nacionalismos que se formaron contra los
imperios Habsburgo, zarista y otomano. En otro sentido los nacionalismos
como los que sufrimos en España son todo lo contrario: el rechazo de
modos modernos de organización política, tanto nacional como
supra-nacional. Una y otra vez parecen ser reacciones de debilidad y
miedo, intentos de levantar barricadas para tener a raya a las fuerzas
del mundo moderno como ocurre en sus inicios en el Vasco y Catalán, en
lo cual se parecen al resentimiento de los alemanes de Praga
arrinconados por la inmigración checa más que al resentimiento de los
checos que avanzaban. Este no es sólo el caso de pequeñas comunidades
lingüísticas que son vulnerables a cambios demográficos sin control
producidos por una inmigración descontrolada que no utilizaba su lengua,
en alguno de los casos, como el vasco en verdadera extinción o el
catalán. Con todo, se encuentran reacciones parecidas entre poblaciones
mucho más numerosas cuya existencia lingüística/cultural no se ve o no
parecerse verse amenazada de ningún modo.
Lo que alimenta estas
reacciones defensivas, ya sea contra amenazas reales o imaginarias, es
una combinación de movimientos de población internacionales con las
transformaciones socio económicas ultra-rápidas, fundamentales y sin
precedentes que son características del tercer cuarto del siglo pasado.
Naturalmente, la movilidad de las masas de población intensifica esta
desorientación, efecto que surten también los cambios económicos con la
globalización, alguno de los cuales no dejan de estar relacionados con
el auge del nacionalismo local. (El nacionalismo de Quebec en el decenio
de los 70 produjo un gran éxodo de empresas de Montreal en beneficio de
Toronto. Caso que se puede dar en Cataluña con sus aspiraciones
independentistas).
¿Tiene estas reacciones
étnicas/nacionalistas algo en común con el reciente auge del
"fundamentalismo"en muchas partes del globo? Se ha dicho que el
fundamentalismo "atrae a personas que no pueden tolerar una existencia
fortuita y desordenada y las condiciones sin explicar y, por ende, con
frecuencia convergen en los que ofrecen unas visiones del mundo más
completas, inclusivas y extravagantes. Se lo considera siempre reactivo y
reaccionario. Alguna fuerza, tendencia o enemigo debe percibirse como
algo que potencial o realmente erosiona, corroe o pone en peligro el
movimiento a que uno pertenece y lo que él mismo estima". (Martin E
Marty, "Fundamentalism as a social phenomenon", Bulletin, The American
Academy of Arts and Sciences). Los "fundamentos" que recalca el
fundamentalismo "proceden siempre de alguna etapa anterior, es de
suponer que prístina y pura (...) en la propia historia sagrada de uno".
El Carlismo es esta etapa en los casos Españoles del que ha derivado
incuestinablemente el nacionalismo vasco y catalán. Se utilizan para
fijar límites, para atraer a los de la propia especie y alejar a los
otros, para demarcar". Y cuadran con la antigua observación de George
Simmel:
"Los grupos, y especialmente las minorías que viven en
conflicto (...) a menudo rechazan las aproximaciones o la tolerancia
procedentes del otro bando (...). En el seno de ciertos grupos puede que
sea una muestra de sabiduría política encargarse de que haya algunos
enemigos con el fin de que la unidad de los miembros sea efectiva y para
que el grupo siga siendo consciente de que esta unidad es su interés
vital".
¿Nos suena esto?
Enrique Area Sacristán.
Teniente Coronel de Infantería.
Doctor por la Universidad de Salamanca.
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