¿Qué pasa por la cabeza de alguien que asesina a sus
hijos a sangre fría? Para los expertos, el rencor hacia la pareja puede
hacer que destruirla sea nuestro único objetivo, sin importar aquello
que hagamos para conseguirlo
Los últimos exámenes realizados sobre los restos óseos localizados el
pasado año en la finca de Las Quemadillas, propiedad de la familia
Bretón, serán los encargados de confirmar si, como parece, los pequeños Ruth y José fueron quemados en una hoguera.
De ser así, tanto las pruebas como las versiones contradictorias del
padre no harían más que señalar a José Bretón, ya en prisión por
detención ilegal de dos menores, y que podría enfrentarse ahora a una
pena de hasta 40 años por presunto asesinato.
Los resultados del informe encargado por Ruth Ortiz
para comprobar si realmente los restos hallados en la hoguera eran,
como se apuntó en un principio, de animales, daban el pasado lunes un
duro y frío golpe de realidad al caso: Ruth y José habrían sido
quemados. El padre de los menores, foco principal de todas las miradas,
se limita a asegurar que dicha hipótesis es una «auténtica aberración».
José Bretón regresó el martes a Las Quemadillas, lugar del supuesto
crimen, y contempló los restos de la hoguera sin torcer el gesto, algo,
sea culpable o no, ilógico en cualquier progenitor que ha perdido a dos
hijos.
De resultar culpable, José Bretón no sería, desgraciadamente, el único en la larga lista de filicidas que engrosa la negra historia de España en este sentido. Sin ir más, lejos, en 2010 fueron 11 los hijos muertos a manos de sus progenitores. ¿Qué es lo que pasa por la cabeza de una persona capaz de asesinar a sus hijos por venganza?
No ver más allá del odio
«El rencor y el odio de una persona hacia otra puede cegarle y llevarle a cometer asesinatos». Así se pronuncia el psiquiatra Jesús Criado,
quien explica que no es nuevo que un padre o madre se ensañe con sus
hijos para hacer daño a su pareja. Como argumenta el experto, el rencor
puede hacer que «el ser humano solo se centre en su odio y entonces toda su actividad, su pensamiento y motivación al actuar, pensar, sentir y vivir se enfoque hacia dicho odio. Todo lo demás no importa, deja de tener entidad y deja de ser algo real en su existencia, porque lo único que le alimenta es su deseo de hacer daño».
Aunque,
lógicamente, Criado no justifica este tipo de comportamiento, el
psiquiatra argumenta que «cuando una persona se concentra solo en su
odio, no ve nada más allá de donde ha puesto el foco de atención. Quienes están a su alrededor dejan de tener figura y personalidad y todo se centra en hacer daño a esa persona. El resto, ni existe, ni importa, son solo personajes laterales que sirven como actuantes de una obra de teatro donde la única figura está centrada en un caño de luz que deja a oscuras todo», explica.
¿Es
esto lo que le ocurre al presunto responsable de la muerte de Ruth y
José? Además de los trágicos acontecimientos, llama la atención la frialdad
que en todo momento ha caracterizado a José Bretón, un padre que podría
haber planeado con anterioridad el asesinato de sus dos hijos, así como
las artimañas para no dejar ni una huella del crimen. Y no solo eso. Su
comportamiento prepotente, ligado al hecho de no haberse derrumbado en
ningún momento -ni siquiera en su regreso a Las Quemadillas- son algunos de los elementos pueden llevar a pensar que, en efecto, Bretón podría seguir empeñado en destruir a su único objetivo: Ruth.
«A
eso se le llama un comportamiento con carencia de resonancia afectiva.
Sería un comportamiento casi psicopático, sin remordimientos, porque su
única motivación en la actuación es perjudicar a aquella persona que ha
señalado, lo demás, está en negro».
«José Bretón sigue disfrutando»
Precisamente ABC Punto Radio planteaba al psicólogo Javier Urra
esta misma cuestión. ¿Qué hay en la mente de alguien que asesina a sus
hijos? «Lo que pasa por la cabeza de Bretón, absolutamente tóxica, es el
odio, el rencor, las ganas de hacer daño a su exmujer y, desde luego, pensar que esos hijos no son suyos, eso es lo que le da la fuerza para matarlos, planearlo y para, después de cometerlo, no suicidarse inmediatamente».
«Bretón quiere transmitir a Ruth que ella es la culpable de todo»
También
Urra analiza la difícil situación que la madre de los menores atraviesa
en estos momentos. «El sufrimiento de una madre es incalculable. El ser
humano es capaz de sobrevivir, pero no de superar. Él a matado a sus
hijos, ha dañado a la sociedad y ha generado un daño irreparable».
«No es un enfermo mental»
La Asociación Española de Psiquiatría ha tenido desde el primer momento más que clara su postura sobre el «caso Bretón» a la hora de hacer declaraciones. «No queremos hablar ni analizar la personalidad de un presunto asesino, ya que no queremos que se piense que lo que le ocurre a Bretón es producto de una enfermedad mental».
El colectivo explica a ABC que «no debe confundirse la psicopatía con
una enfermedad», y por ello los miembros de la Asociación prefieren
abstenerse para evitar equívocos.
Esta es, precisamente, la idea que recalca a ABC la psicóloga Juana María Biedma. «La psicopatía no es una enfermedad mental, pues el psicópata conserva el juicio de realidad y sabe lo que está bien y lo que está mal,
pero no asume las normas morales y sociales, se conduce por sus propios
códigos y su ley interna». Asimismo, la experta destaca los que son, a
su juicio, los rasgos más característicos de la psicopatía: «El egocentrismo, la falta de empatía, el ser manipulador y mentiroso,
la capacidad para seducir, la ausencia de remordimientos o la
insensibilidad hacia los demás son frecuentes en la personalidad de un
psicópata». Además, Biedma apunta que «a nivel emocional las emociones
son superficiales, manifestándose frío y calculador; puede emocionarse a
veces, pero de manera muy fugaz».
José
Bretón, la última persona en ver a sus hijos, ha permanecido impasible
desde el primer momento. Incluso cuando supo que los restos óseos de la
hoguera podrían se humanos, Bretón continuó con su día a día en la cárcel, como si nada hubiera ocurrido.
El
conocido psiquiatra forense José Cabrera es totalmente rotundo al
afirmar que si Bretón no se derrumbó en su nueva visita a Las
Quemadillas, «jamás se derrumbará».
En este sentido, Biedma destaca que «los psicópatas no presentan
síntomas de culpabilidad ni remordimientos». «Un psicópata puede tener
una fase depresiva y derrumbarse en un momento determinado, pero es algo
poco probable». No es, a tenor de estas conclusiones, descabellado
pensar que el padre de Ruth y José continúa viviendo sobre un escenario
en el que todos los focos están apagados y solo se la ve a ella, a Ruth.
ABC
El ADN de los restos de Las Quemadillas, en los dientes que aún no habían nacido
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sin quemar
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