martes, 28 de agosto de 2012

JOSE BRETON ¿SÍNDROME DE MEDEA?



En la entrada que hoy nos ocupa queremos volver a fijarnos en el padre de los niños desaparecidos, Ruth y Jose. Lo hacemos para hacer referencia a un síndrome del que mucho se ha hablado a raíz de este caso, 'El síndrome de Medea'.
Antes de profundizar en el caso, buceemos en la historia mitológica griega para explicar la trágica leyenda de Medea, arquetipo de bruja o hechicera, con ciertos rasgos de chamanismo.
Medea era la hija de Eetes, rey de la Cólquidia. Y su leyenda comienza a fraguarse cuando el héroe Jasón, al frente de los argonautas, llegó a Colquida en busca del vellocino de oro. Fue entonces cuando Medea se enamoró desesperadamente de él y, a cambio de la promesa de Jasón de una fidelidad duradera y de llevarla a Grecia con él, se sirvió de sus poderes mágicos para permitirle engañar a su padre y obtener el vellocino. 
Pero aquella promesa de fidelidad duradera se terminaría cuando Jasón rechazó a Medea y se casó con Glauce, hija del rey corintio. Pero la hechicera no soportaría la ruptura de fidelidad y mataría a Glauce, enviándole un vestido envenenado. Acto seguido, Medea mataría también a sus hijos. De este modo, Jasón se quedó sin mujer y vástagos haciéndose desgraciado. Por su parte, Medea se suicidaría.
Cuando José Bretón Gómez se casó con su ahora ex mujer Ruth Ortiz, este como Medea, pensaba que iba a ser para toda la vida, que la madre de sus hijos nunca se separaría de él. Como redactó el propio Bretón en una carta que mandó el día antes de la desaparición de los menores junto a un ramo de rosas a la madre de los pequeños desaparecidos. En este fragmento se puede percibir la obsesión que tenía por estar con ella al describir los recuerdos que tenía de cuando comenzó a salir con Ruth:

"Recuerdo el día que te dije. "Ruth, quieres salir conmigo", a una chica como tú especial, romántica, tierna, quería que todo fuera especial. El corazón me latía como nunca de rápido, bombeaba la sangre con una fuerza... parecía que se me iba a salir por las costillas, eso no me importaba. Sentía que los golpes eran tan fuertes que me llegaban a la garganta. Temía que me impidiera hablar. Cuando me dijiste, con esa voz que sí, casi levito del suelo que piso. Y cuando cogí algunas fuerzas y me di cuenta de todo lo precioso que estaba pasando, te di un beso en los labios, entonces creía que volaba."

Pero como sucedió en la mitología griega, Ruth Ortiz no cumplió con el deseo de Bretón de mantenerse junto a él toda la vida. La obsesión de Bretón con el orden y la limpieza, su extremada fríaldad, su carácter distante, asocial y sobre todo autoritario provocó que la madre de los niños desaparecidos rompiera con el matrimonio. Como Medea, José no podía estar sin su mujer, sin su Jasón. Bretón no asumía las constantes negativas de su ex mujer y el hecho de no recibir respuesta alguna tras el envió de su carta, así como de las múltiples llamadas que realizaría durante el mismo día que desaparecieron los menores pudieron precipitar su presunta locura. Breton, una vez hubo quemado todos los recuerdos que le 'trasladaban' a Ruth, atacaría donde más daño se le puede hacer a una madre y a un padre que no sufriese este síndrome. Breton haría presuntamente desaparecer a sus dos hijos. ¿Un recuerdo más que olvidar?
Otra de las similitudes con Medea podría haber sido el intento de suicidio por parte de Breton hace unos días en la prisión de Alcolea. Tras quitarle una cuchilla al compañero de celda que le vigila como parte del protocolo antisuicidio, Bretón se hizo dos pequeños cortes en la muñeca y en el hombro. Pero más que un intento de suicidio podría calificarse como una llamada de atención, un reclamo para la madre de los menores. José Bretón sabe perfectamente que si emula el final de la hechicera Medea, el paradero de los niños, su secreto desde hace ya mas de cuatro meses, se irá con él para siempre. 

Desde 'crimenycriminologo' queremos añadir una posibilidad más. Si la obsesión de José Bretón por su ex mujer es tan fuerte que hasta haría presuntamente desaparecer a sus propios hijos, no sería extraño pensar que Bretón supiese que la única forma de poder ver y hablar con Ruth Ortiz y reiterar sus afán de volver a ser una familia fuese entrando en prisión guardando ese secreto tan grande y doloroso. Manteniendo ese vínculo en base a un macabro hilo. Y es que si José descubriese el lugar donde se encuentran los menores, la única imagen y voz que tendría de Ruth sería la de su imaginación entre las cuatro paredes de la celda de su prisión.

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