sábado, 7 de julio de 2012

Sin merienda

 Son los políticos los que deben diseñar una estrategia contra el delito de importación. Perfectamente aplicable, aunque todo el país entregue su merienda.
Urbanización Puerta de Hierro, Madrid. Hacía rato que habían terminado la merienda cuando subieron al piso superior. La madre no se encontraba bien y quiso echarse a descansar. El hijo subió un poco después. Dice que vio a dos encapuchados que le golpearon y le dejaron inconsciente. Al final no sabe si eran dos o tres, pero cuando despertó vio a su madre tirada en el suelo, posiblemente muerta.
Desde que supimos del moldavo Pietro Arcan, el robo en domicilios ha cambiado radicalmente. Los criminales prefieren desde entonces encontrar a los habitantes dentro. Arcan dio muerte al abogado Castillo y agredió a su familia; se ensañó con la esposa, a la que dejó gravemente herida. En la casa de Puerta de Hierro no se echó en falta nada de valor, aunque la estancia donde se encontró el cadáver estaba revuelta. Al igual que en el caso Castillo, la víctima –de 62 años– se dedicaba a la abogacía. Pietro solo se llevó las huchas de las hijas del matrimonio. Es decir, que su intención no era robar.
La gente anda prestando atención al anuncio de que se quitará la merienda a los presos de Cataluña. Que dicen, don César, que es mentira, por cierto. Yo nunca quitaría a los presos la merienda, pero quizá sí al resto del país. A los presos no, que ya están castigados, sin libertad, y no pueden elegir. Tampoco dejaría sin merienda a los niños. Pero todos los demás, a sujetar los jugos gástricos.
Ayunar en la merienda es un acto solidario. Para todo el mundo. Hacer de la nación un proyecto común, el de pasar hambre. Así nos vamos acostumbrando y ejercitando la voluntad. Como estamos sobrealimentados, no será ningún sacrificio.
Los criminales que se meten en los chalets de las grandes urbanizaciones se presentan sin merendar. Tal vez por eso se llevan las huchas de los niños, para el bollo o el yogur. El caso es que quedarse sin merendar aumenta la ferocidad de los asesinos que vienen de fuera. Arcan cargaba a sus espaldas con la muerte a golpes de un supuesto mafioso de su tierra. Sabía lo que le esperaba en las cárceles moldavas y afirmó que volvería a matar para quedarse en España, aunque sea en prisiones de las que te dejan sin merienda.
La abogada de Puerta de Hierro falleció, según los preliminares de la autopsia, de un golpe y asfixiada por su propio vómito. Eso marca una diferencia con el asesino que viene de fuera; brutal, sádico, que se ensaña con la víctima.
La muerte de la abogada es casi científica, de técnica impecable, como las de los casos de cuarto cerrado. Pero la policía criminológica sabe cómo enfrentarse a estos enigmas. Son los políticos los que deben diseñar una estrategia contra el delito de importación. Perfectamente aplicable, aunque todo el país entregue su merienda.

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