jueves, 17 de mayo de 2012

Hacer bien los deberes para exigir al BCE

HOY HACE un año que se consumó el rescate financiero de Portugal. El 17 de mayo de 2011 la UE y el FMI decidieron socorrer con 78.000 millones de euros al Gobierno socialista de José Sócrates -que había solicitado la intervención el 7 de abril-, a cambio de que emprendiera un riguroso plan de ajuste y de reformas. Un mes después cambió el Gobierno y el centrista Pedro Passos Coelho, con el apoyo de la oposición, se dispuso a aplicarlo. Desde entonces, Portugal ha subido los impuestos directos e indirectos, ha rebajado más de un 15% el sueldo de los empleados públicos, ha reducido gastos en Sanidad y Educación y ha paralizado las nuevas infraestructuras. Todo ello ha provocado que el paro registrara un récord histórico ty se situara en el 14,9% de la población activa.
Pero este primer trimestre ha sorprendido a todos con una caída del PIB de sólo el 0,1%, muy inferior a la prevista, gracias, sobre todo, al sector exterior. Portugal sigue en recesión, pero sus ciudadanos pueden atisbar ya, al menos, que se frena la caída. Grecia es el caso contrario; lleva más de dos años con un plan de rescate y apenas ha avanzado en las reformas. Su clase política está dando muestras de una grave irresponsabilidad y los ciudadanos se muestran exasperados porque ven que sus sacrificios no sirven para nada. Y mientras Portugal ha pasado a un segundo plano en los mercados, Grecia mantiene en vilo a toda la Unión Europea.

Los dos países muestran a la perfección la diferencia que hay entre cumplir con las obligaciones contraídas o no hacerlo. El camino del ajuste y de las reformas que emprendió el Gobierno de Mariano Rajoy desde que asumió el poder es el único posible, aunque los vaivenes de los mercados hagan dudar de ello en ocasiones. Como ocurre estos días, en los que la incertidumbre por el futuro de Grecia en el euro ha elevado la prima de riesgo más allá de los 500 puntos por primera vez en la historia y ha hundido la Bolsa hasta niveles de mediados de 2003.

El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, reiteró ayer en el Congreso que «o hacemos el ajuste o nos lo van a hacer los mercados». No hay más y, sobre todo, no cabe marcha atrás. Sólo así podemos esperar ayuda de la Unión Europea y del BCE y en este contexto hay que entender las quejas de Montoro y del propio Rajoy, al reclamar más decisión en Bruselas y en Fráncfort para defender a España. El presidente del Gobierno pidió ayer a la UE un mensaje «claro y contundente» en defensa del euro y de la «solvencia de las deudas soberanas». En concreto, se refirió al «serio riesgo» de que los mercados no presten dinero a España o lo hagan a precios «astronómicos» de forma que paralicen la financiación del país y la de unas empresas y entidades financieras a las que ya les cuesta mucho conseguir créditos para su actividad.

El Gobierno lanzó estos mensajes al difundirse en el mercado que el BCE sólo actuará en defensa de la deuda española cuando la prima supere los 500 puntos. Esto provocó una rápida reacción a la baja en la cotización, que cerró el día en los 482 puntos. El Ejecutivo tiene razón al lamentarse porque la economía española de ningún modo puede asumir un diferencial con el bono alemán tan elevado durante un tiempo prolongado.

Pero, a la vez, el Gobierno debe reconocer que tener la prima de riesgo tan elevada sigue siendo mérito nuestro, y ésta no bajará hasta que los mercados no palpen que las reformas empiezan a surtir efecto. En este sentido, la obligada nacionalización de Bankia ha sido un paso atrás porque ha resucitado la dudas sobre el sector financiero español. Pero hoy podemos dar un salto hacia adelante si tras el Consejo de Política Fiscal y Financiera vemos que los déficits de las comunidades autónomas empiezan a controlarse de verdad.
epsimo y EL MUNDO

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