Concejal del PSOE, trabaja en una empresa en la que
encadena bajas por enfermedad desde 2004. Le han denegado la incapacidad
en tres ocasiones y su empleador se ve obligado a seguir pagándole
Es
el sueño dorado de muchos. Cobrar el sueldo sin pasar por la oficina.
Así lleva desde marzo de 2004 María Lourdes Sousa. Trabaja como
administrativa en Tecniseco,
una empresa dedicada al suministro de equipos para el control de la
humedad ambiental. Bueno, trabajaba, porque desde el 3 de marzo de 2004,
según reconoce la propia trabajadora, ha pisado la oficina poco más de
veinte días. Son ya más de siete años encadenando bajas por enfermedad.
Lourdes es también concejal por el PSOE en el Ayuntamiento de su pueblo, Fresnedilla de la Oliva.
La
otra cara de esta historia es la de la empresa que, todavía hoy, sigue
pagando a cambio de nada el sueldo de Lourdes. Su empleador, Juan Boeta,
dirige una compañía que hunde sus raíces en la iniciativa emprendedora
de su abuelo y que hoy tiene una plantilla de 19 empleados. Boeta cuenta
que el salario de esta empleada siempre ausente supone una verdadera
rémora. «El dinero que nos gastamos en ella nos impide contratar a otra
persona, aunque nos hace falta, y también bloquea cualquier posible
mejora en las condiciones de sus compañeros». Sousa no percibe ninguna
fortuna. Su sueldo ronda los 1.100 euros pero para una pequeña empresa como Tecniseco esto supone un considerable perjuicio.
Pero,
¿cómo es posible que un trabajador permanezca tanto tiempo enfermo sin
que se le reconozca ninguna incapacidad? Sousa ha pasado ya en tres
ocasiones por un tribunal médico. En todas ellas le denegaron la pensión
alegando que «no concurren las circunstancias». El bucle que se repite a
costa de la empresa de Boeta es el siguiente. A Sousa le deniegan la
prestación, a continuación vuelve a su médico que emite sucesivos partes
de incapacidad temporal hasta que vuelve a agotar el máximo de 18
meses. Entonces vuelve al tribunal médico que otra vez responde
negativamente. Y vuelta a empezar.
«Que le den la incapacidad o que trabaje»
La
trabajadora refiere un historial médico de pesadilla. «En siete años me
han operado seis veces y tengo pendientes otras dos intervenciones»,
cuenta en conversación telefónica con ABC.
Fibromialgia, operaciones de espalda en la que le colocaron una chapa
metálica, síndrome de fatiga crónica y un largo etcétera de afecciones
salpican el discurso de Sousa, que, reconoce que «de la empresa no tengo
ninguna queja».
Ella
no tiene queja de la empresa, pero la empresa sí tiene quejas de la
situación. Boeta dice que «nosotros no dudamos que Lourdes está enferma
pero necesitamos que la Seguridad Social dé una solución, porque la que
no tiene culpa de nada es la empresa». Tecniseco se ha dirigido a la
Administración para remediar un problema tan persistente como gravoso.
La respuesta llegó a través del Subdirector Provincial de Gestión de
Incapacidad temporal y Otras Prestaciones a Corto Plazo. El mensaje,
redactado con la aburrida parafernalia de la burocracia, venía a decir
que Tecniseco tiene que aguantarse y seguir apoquinando.
«En el Ayuntamiento no hago nada»
En
la empresa no ocultan tampoco su malestar porque, pese a seguir
cobrando su nómina sin trabajar, Sousa ejerce como concejal socialista
en el Ayuntamiento de su pueblo. Ella se defiende. A la pregunta de en
qué consiste su labor en la oposición municipal responde con una
palabra: «Nada», y añade que «voy a un pleno cada tres meses y ya está».
Además, recuerda que su cargo municipal no está remunerado.
Sousa
fue antes que concejal, delegada sindical en Tecniseco, pero tras sus
reiteradas ausencias sus compañeros optaron por elegir a otro delegado.
El nuevo representante de los trabajadores,
Juan Bravo, corrobora la versión de la empresa: «A esto hay que darle
una solución ya, si hay que darle una incapacidad que se la den y si no
que vuelva a trabajar», reclama. Bravo también confirma que la presencia
de Sousa obstruye hipotéticas nuevas contrataciones. En Tecniseco
reconocen que, aunque no sería una solución grata, han pensado en el
despido de Sousa, pero, tras echar cuentas llegaron a la conclusión de
que, con 57 años y 34 de antigüedad en la empresa, les cuesta menos
mantenerla en plantilla hasta que se jubile, aunque no trabaje, que
pagarle la indemnización que le correspondería en caso de despido. Ella
dice que todavía no tiene edad de jubilarse.
Así
las cosas la empresa de Boeta se enfrenta a la perspectiva de seguir
pagando el sueldo de una empleada ausente y no poder contratar a nadie
que la sustituya. Este viernes está previsto que el Consejo de Ministros
apruebe la nueva reforma laboral. El Gobierno ha declarado como uno de
sus objetivos el de terminar con la dualidad y las disfunciones en el
mercado de trabajo. El caso de María Lourdes Sousa es un ejemplo claro
de sinsentido en las relaciones entre empresarios y trabajadores.
ABC
A sólo un mes de acabar su última legislatura como presidente de Extremadura, aprobó el acuerdo para su prejubilación dorada.
El despilfarro del día:
Llevan toda la vida en el PSOE, carecen de titulación universitaria y
descienden de personas que hicieron carrera en el franquismo. Este es el
prototipo del nuevo dirigente…
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