Hay una funcionaria de prisiones en el módulo de aislamiento de la
cárcel de Alhaurín de la Torre custodiando a una reclusa que en menos de
dos lustros de condena suma ya 48 faltas graves o muy graves, la
mayoría por agresiones. La última fue su carta de presentación en el
módulo de mujeres de Alhaurín, un lugar de paso en su vida penitenciaria
que tiene como centro Albolote. Allí llegó con el objetivo de seguir el tratamiento necesario para completar un cambio de sexo, que es efectivo en su documento de identidad desde 2008 y que desde entonces se extiende también al trato en prisión.
El pasado viernes 17 caminaba junto a una funcionaria con dirección a
su primera celda en el módulo de mujeres de la cárcel alhaurina. En la
puerta, sin más motivo que el de no querer entrar a su habitáculo,
agarró del pelo a la funcionaria, la levantó del suelo a pulso y la
lanzó de cabeza contra la pared para ampliar su agresión a base de
patadas en la cabeza y el cuerpo.
Traumatismo craneal y pérdida de confianza en un puesto laboral de alto riesgo
han sido las consecuencias para la funcionaria agredida que ha
renunciado a la baja laboral y supera el altercado con dosis de
normalidad junto a sus compañeros. Calma relativa.
Después de que se conociera la noticia, parte del colectivo de
reclusas del penal malagueño hicieron públicos a través de diversos
sindicatos que temían por su seguridad, por los antecedentes de la
presa, su agresividad y fuerza. «No se puede garantizar la seguridad en
el módulo de mujeres y la decisión de la dirección del centro de aislarla y pedir el primer grado es más que acertada por las características arquitectónicas del recinto de Alhaurín», confirmaron fuentes del sindicato CSIF a este periódico.
No era la primera vez que C.Q.M. mostraba una agresividad que aún
tiene bastantes faltas pendientes de las 48 sanciones, y que le ha
servido para que desde la dirección de la prisión malagueña se le asigne
un lugar en el módulo de aislamiento, reservado para los reclusos
conflictivos o que ponen en peligro la seguridad del resto de penados o
del funcionariado. Además, se ha solicitado el primer grado
penitenciario –régimen más duro que el segundo grado del que disfruta–
para ella, algo habitual en este tipo de situaciones, según informan
distintas fuentes sindicales de la prisión.
Pero la historia en el presidio de C.Q.M va más allá. En su currículum se advierten, por ejemplo, penas por identificar en la calle a un funcionario de prisiones y romperle el tabique nasal sin motivo alguno.
Esta sentencia pone de manifiesto una constante en los delitos de la
interna: altas dosis de violencia física. Nanclares de Oca, Valladolid,
Ávila y Albolote son sólo algunos destinos en los que ha mostrado
carácter conflictivo.
Existen informes que explican que su adaptación es mejor en los
módulos masculinos y que intimida a las féminas cuando comparte
instalaciones con ellas. Dichos documentos no impedirán que en Alhaurín
se le trate como una presa más de las 80 que cumplen condena en dicha
prisión.
«No sé por qué se ha magnificado, es una mujer y nunca dudaré de su
identidad de género. No se ha podido evitar porque el mismo día que
ingresó, agredió. Se han tomado medidas de seguridad como con cualquier
otra interna. No era posible tenerla en el módulo de mujeres con ese
nivel de agresividad. No es una cuestión de género, si no se fuese esta
situación cautelar, estaría en el módulo de mujeres», confirmó el
director de la prisión Ángel Herbella.
La presa más violenta
De los 1.350 presos que hay como norma general en el centro que
dirige, sólo 80 son mujeres y no se recuerda una situación tan violenta
con una presa en los más de 20 años que lleva abierta la cárcel. Ahora,
se encuentra en aislamiento junto con otros 11 internos con los que no
tiene contacto y custodiada por una agente, aspecto, éste último, que no
es obligatorio más que para los cacheos, pero que sí puede servir para
tranquilizar a la reclusa y evitar altercados.
«Las mujeres en el centro son un porcentaje mínimo con un comportamiento exquisito.
Si mañana tengo una mujer con unas características de peligrosidad
similares, actuaría de la misma manera. No voy a valorar la identidad de
género de nadie y es algo que he podido hablar con ella», reconoció
Herbella.

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