El
puesto de líder sindical de izquierdas está especialmente cotizado en
la capital de España. El consejero de UGT en Bankia, una vez conocidos
sus honorarios de 180.000 euros, afirma llevar una vida casi franciscana
Ser un alto cargo sindical en España no está al alcance de cualquiera.
En general, la pertenencia a cualquier club de referentes morales de la
izquierda resulta bastante oneroso, porque el ritual estético que
caracteriza a los líderes progresistas exige unos desembolsos que no
todo el mundo es capaz de asumir. Los trabajadores no suelen ganar
200.000 euros sólo por asistir a unas cuantas reuniones de un consejo de
administración, ni pueden permitirse cruceros de lujo por aguas
boreales o relojes suntuosos a seis mil euros la unidad. Muchos ni
siquiera podemos llevar a nuestros hijos a prestigiosos colegios
privados, distintivo sin el cual, el acceso al ateneo progresista queda
completamente vedado.
En fin, que un obrero no puede permitirse el lujo de codearse con sus
autodenominados representantes, por eso la misión que estos le
encomiendan es actuar como carne de cañón en las protestas contra el
enemigo ideológico que intenta poner remedio a los desmanes que ellos
mismos han causado. Triste destino de la infantería proletaria el que
sus líderes le reservan, pero es que en España la izquierda menestral
todavía no se ha dado cuenta de que el socialismo no es más que un
pretexto para que los ungidos vivan a su costa.
El puesto de líder sindical de izquierdas está especialmente cotizado
en la capital de España. Lo normal en una región pujante con el mayor
nivel de vida de la península. Esta elevada percepción de emolumentos
exige en contrapartida una vehemencia acorde al volumen del trinque, lo
que tiene como consecuencia que las actuaciones públicas de los
beneficiarios madrileños alcancen cotas de paroxismo difícilmente
alcanzables por sus cuates periféricos.
El consejero de Bankia, que una vez conocidos sus honorarios afirma
llevar una vida casi franciscana porque lo entrega todo al sindicato
–¿Para los relojes de Cándido?- es tal vez el que actúa con mayor
disciplina en los ataques recurrentes del sindicalismo de izquierdas
contra el PP madrileño. El hombre tiene que defender los 15.083 euros
con treinta y tres céntimos que recibe de media cada mes al margen de lo
que haga después con ese dineral, que eso ya es problema suyo.
Con Méndez y Toxo, otro par de menesterosos, y el gran Fostiatus en la
dirección de escena, los cuatro formarían un grupo muy aparente para
salir de gira por los teatros españoles con un espectáculo de monólogos
sobre cómo evitar los rigores de la crisis que ellos mismos han
provocado. Si se atrevieran a imitar al maestro Gila el éxito de crítica
y de público estaría garantizado: “¿Están los mercados? Que se pongan”.
Y a pasar por caja.

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