domingo, 12 de febrero de 2012

Día internacional contra la utilización de los menores soldados. Cuando matar es un juego de niños

  • Al menos 15 países continúan reclutando a menores para usarlos en conflictos
  • Las ONG que luchan contra este problema presentan el corto 'Aquel no era yo'
  • La cinta, de Esteban Crespo, refleja la realidad violenta de estos pequeños
  • En 2010, más de 11.000 menores combatientes fueron liberados
Prosper vivía en un pueblo con su familia. Ayudaba a su padre en el huerto, acudía al colegio y jugaba, cuando podía, al fútbol con sus amigos. En esas estaba cuando un grupo armado lo secuestró. Dejó de ser un niño para convertirse en 'Misil'. Con su nueva identidad quedó transformado en una pequeña máquina de matar, en un soldado. Ocurrió en República Demócratica del Congo, pero podría haber pasado en cualquier otro país. Actualmente, al menos 15 países continúan reclutando niños para convertirlos en militares.
Los lugares o las cifras se difuminan cuando se hablan de menores. Es difícil hacer un recuento de las víctimas más vulnerables y olvidadas. Cientos de miles de niños están siendo sometidos en este mismo instante a situaciones extremas, están siendo utilizados para matar, están sufriendo malos tratos y violaciones en países sumergidos en conflictos armados.
Para acercarnos a una parte de esta terrible situación, esta semana se ha estrenado el cortometraje 'Aquel no era yo' (Producciones Africanauan), dirigido por Esteban Crespo con la participación de los actores Gustavo Salmerón y Alejandra Lorente. Para el guionista y director, la cinta nace del deseo de "hacer más visible el problema", especialmente aquel que surge de las heridas que dejan estas experiencias brutales.
La historia de Paula, cooperante española, y Kaney, un niño soldado de un país africano cualquiera, reúne casi todos los ingredientes del drama de estos menores, e introduce al espectador en ese mundo -desde aquí tan ajeno- sin excesos sensibleros.
Motivos para un compromiso de sensibilización como el de Crespo hay muchos. La vida de muchos de estos niños supera con creces la ficción. En los países más cruentos, cuando los menores son secuestrados a veces reciben la orden de matar a sus padres, un asesinato que no sólo es un bautismo de sangre sino también una garantía para esos grupos armados de que ese niño no regresará jamás al núcleo familiar, a la comunidad. El caso de las niñas es aún peor. Además de combatientes son convertidas en esclavas sexuales que están a disposición de los soldados.

Las secuelas de la violencia

Contra esta cruel utilización de los niños luchan varias ONG españolas, que apoyan y promueven el corto de Esteban Crespo como una herramienta más para dar a conocer esta realidad. "Necesitamos una sociedad concienciada, exigente e indignada que nos apoye a seguir adelante" con unos proyectos de rehabilitación y reeducación de menores que son "largos y costosos", asegura Yolanda Román, responsable de Incidencia Política de Save the Children.
Pese a los constantes obstáculos, la movilización tiene su recompensa, aunque sea lenta e insuficiente para acabar con el problema. En 2010, más de 11.000 niños soldados fueron liberados. Luchar contra las secuelas que han dejado estas experiencias en los menores y devolverles una vida es la prioridad de las ONG porque, como intenta explicar el protagonista del cortometraje de Crespo siendo ya un adulto rehabilitado, "ser un soldado no es difícil: o te acostumbras o te matan. Lo más duro es conseguir vivir con tus recuerdos y volver a ser tú mismo después de haber hecho las cosas que has hecho".
Para Prosper, como para el personaje de 'Aquel no era yo', también hubo otra oportunidad. Fue rescatado, rehabilitado y reintegrado en la sociedad tras pasar por un centro de la ONG Entreculturas. El trabajo con estos menores pasa por devolverles su identidad. Una difícil tarea para alejar al niño que fue capaz de matar del otro que era antes de ser un soldado. Y siempre sabiendo el menor que ya no volverá a ser el que fue. Será otro, pero nunca más aquel.
 

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