EL GOBIERNO vivió ayer casi a la vez dos episodios esperpénticos que, puestos en contexto, demuestran cómo ha perdido las riendas para conducir el país. Zapatero ya no tiene resortes ni en lo político ni en lo económico con los que poder afrontar una crisis que sigue sin tocar fondo. Uno de los dos sainetes se escenificó en el Congreso, en el debate de convalidación del decreto-ley sobre la negociación colectiva. El Ejecutivo consiguió sacarlo adelante únicamente con los votos socialistas tras la abstención del PNV, CiU, Coalición Canaria y UPN y con el voto en contra del resto de grupos encabezados por el PP. Pero esa aprobación fue una dejación de deberes en toda la regla. «En mi trayectoria no he conocido un caso semejante», se jactó complacido el portavoz del PNV en el Congreso, Josu Erkoreka, tras el debate. Se refería a que su grupo nunca había conseguido tantas concesiones del Gobierno a cambio de una mera abstención en una votación parlamentaria: nada menos que la prevalencia de los convenios colectivos autonómicos sobre los estatales en caso de conflicto. Algo que Erkoreka calificó de «logro histórico», por el poder que se le da a los sindicatos de ámbito regional, es decir al nacionalista ELA-STV, en la normativa.
La otra astracanada se había representado unas horas antes en la Audiencia Nacional. Txeroki, el ex jefe de ETA al que Interior pretende presentar como paradigma del supuesto giro de la banda a favor del abandono de las armas, era juzgado por primera vez en España y se presentó ante el tribunal como un individuo provocador, desafiante a la Justicia. El Txeroki que ayer se vio en Madrid se parece mucho más al sanguinario que ordenó cometer el atentado de la T-4 en diciembre de 2006 que al terrorista derrotado que comentaba en la cárcel -en una conversación que sólo Interior podía controlar y filtrar- que «la lucha armada ya no procede», según recogía en su primera página El País el pasado domingo.
¿Puede permitirse este país un Gobierno tan a merced de las circunstancias como el que tenemos? No se trata aquí de analizar el documento sobre los convenios aprobado ayer, pero fue patético observar al ministro de Trabajo tratando de alargar sus intervenciones para dar tiempo a que los negociadores socialistas cerraran unos acuerdos con los grupos nacionalistas que se habían empezado a hablar en la noche anterior y al más alto nivel.
Y es espeluznante analizar con qué rapidez se ha venido abajo el entramado que había construido el Ejecutivo -apuntalado por el Tribunal Constitucional- para hacernos creer que la rendición de ETA era posible si se aceptaba a los representantes de la banda en las instituciones. A la actitud de Txeroki en la Audiencia se unen los homenajes a etarras, el hostigamiento a los escoltas y el acoso a los políticos constitucionalistas. Han bastado unos pocos días para que el entorno etarra mostrara su verdadera faz, burlándose delante de toda la sociedad de un Gobierno abochornado.
Erkoreka y Txeroki, cada uno por razones bien distintas, se encargaron ayer de hacernos ver con absoluta claridad el patetismo de la agonía del Ejecutivo. No se entiende que si el único objetivo de Zapatero para alargar la legislatura era culminar las reformas económicas sea capaz de prestarse a este tipo de cambalaches. Si tuviera un mínimo de sentido del deber y del Estado, el presidente del Gobierno debería disolver las Cortes y convocar elecciones generales en cuanto el calendario lo permita. En estas circunstancias el Debate sobre el Estado de la Nación previsto para la próxima semana será una estéril farsa. A menos que lo protagonice Rubalcaba, claro.
Pleno en las Juntas Generales de Guipúzcoa
'¿Y encima nos pide valentía? Sea usted valiente y pida a ETA que se disuelva'
Juan Carlos Cano (PP) responde con vehemencia a Martín Garitano y le recuerda que los 'populares' han "soportado" el terrorismo.
- Bildu pide cambios para que Euskadi opte por la independencia
- El Gobierno: 'Si no condenan la violencia, serán ilegalizados'
Sólo broncas, mentiras y lucha por el poder
Sáenz de Santamaría destapa la ambición de Rubalcaba y éste menosprecia su valía 
Crece la acritud en el Congreso en la misma proporción en la que disminuye el debate de altura sobre los graves problemas que afronta el país. Ni el Gobierno ni la oposición están ya para otra cosa que el ataque personal, la bronca, el cruce de mentiras y las luchas por el poder.
Ayer, el Pleno de la Cámara, con la última sesión de control al Gobierno antes del Debate sobre el estado de la Nación, fue un ejemplo de la batalla enfangada a la que pueden llegar los políticos cuando huelen cerca el pastel electoral.
Zapatero y Rajoy estrenaron la mañana rompiendo su habitual monotonía y cruzándose la acusación de mentirosos. El líder del PP defendía que la recaudación por tributos del Estado es mucho menor de lo que preveía el Gobierno y para demostrarlo lanzó una andanada de porcentajes sobre recogida de impuestos que, según él, no llegan ni de lejos a lo presupuestado. Con estos mimbres, afirmó, será imposible cumplir con el objetivo de reducción del déficit.
La intervención del líder del PP fue como mentarle la bicha a Zapatero. Rebotado como hacía semanas que no se le veía, refutó los datos con otros que venían a aseverar lo contrario: las previsiones de ingresos del Estado y de reducción del déficit se están cumpliendo «al 99%». También Zapatero acusó a Rajoy de mentir y, además, hacerlo con la intención de «dañar» el objetivo vital de reconducir las cuentas públicas.
En realidad, la bronca entre el presidente y el líder de la oposición fue sólo un aperitivo. El plato fuerte llegó después servido por la portavoz del PP y el vicepresidente primero y candidato socialista.
Sáenz de Santamaría se entrega sin reparos a la lucha cuerpo a cuerpo. Ayer se lanzó a la yugular de Rubalcaba destapando lo que muchos en el Congreso dicen percibir: el número dos está dedicado a una lucha interna, en el Ejecutivo y en el partido, por el poder.
Hasta el portavoz de ERC, Joan Ridao, sospecha lo mismo que Soraya Sáenz, y así lo hizo saber: «Cada día parecen más evidentes las diferencias de criterio entre usted y el presidente del Gobierno», le espetó a Rubalcaba.
Para la portavoz del PP, la conclusión de la doble personalidad en la que está envuelto el vicepresidente y candidato se salda a favor de esta segunda cara, que es la que, en su opinión, más puede satisfacer sus aspiraciones personales. «El mejor Zapatero, el que se va; el peor Rubalcaba, el que se queda. Porque mal está que un vicepresidente no asuma sus obligaciones políticas, pero peor está que las supedite a sus ambiciones personales», afirmó la popular.
Y es que ella mantiene que Rubalcaba, como vicepresidente, «debería impulsar las reformas que necesita España, pero como candidato las frena para no responsabilizarse de nada. Como ministro del Interior debería cumplir y hacer cumplir la ley, pero como candidato intenta hacerse el simpático aunque alguna se la salte. Como portavoz explica lo que hace en el Gobierno y como candidato promete lo que desde el Gobierno es incapaz de hacer». La pregunta para Sáenz de Santamaría es de libro: «¿A qué espera para elegir entre su ambición y su obligación?».
Rubalcaba vio un ataque personal en las palabras de la portavoz del PP y pese a insistir -y van dos veces- en que su voluntad es no prestarse a las «trincas», no pudo reprimirse. Él, que es habilidoso retorciendo argumentos para devolver el bumerán a la cara del contrincante, empezó reseñando la tendencia del PP a «sestear» mientras el Gobierno lucha contra la crisis, y luego pasó a sugerir que su rival es poco menos que tonta porque su trabajo consiste en seguir al dedillo su agenda y «memorizar» el folio al que se reducen sus intervenciones parlamentarias.
Metidos en harina, Rubalcaba cerró la trifulca propinándole un mandoble a Rajoy, que pasaba por allí. «Su pregunta es buena para su jefe: ¿condicionan las aspiraciones del señor Rajoy la salida de la crisis de España? Mi respuesta es sí», zanjó.
epsimo y EL MUNDO______________________
EL GOBIERNO vivió ayer casi a la vez dos episodios esperpénticos que, puestos en contexto, demuestran cómo ha perdido las riendas para conducir el país. Zapatero ya no tiene resortes ni en lo político ni en lo económico con los que poder afrontar una crisis que sigue sin tocar fondo. Uno de los dos sainetes se escenificó en el Congreso, en el debate de convalidación del decreto-ley sobre la negociación colectiva. El Ejecutivo consiguió sacarlo adelante únicamente con los votos socialistas tras la abstención del PNV, CiU, Coalición Canaria y UPN y con el voto en contra del resto de grupos encabezados por el PP. Pero esa aprobación fue una dejación de deberes en toda la regla. «En mi trayectoria no he conocido un caso semejante», se jactó complacido el portavoz del PNV en el Congreso, Josu Erkoreka, tras el debate. Se refería a que su grupo nunca había conseguido tantas concesiones del Gobierno a cambio de una mera abstención en una votación parlamentaria: nada menos que la prevalencia de los convenios colectivos autonómicos sobre los estatales en caso de conflicto. Algo que Erkoreka calificó de «logro histórico», por el poder que se le da a los sindicatos de ámbito regional, es decir al nacionalista ELA-STV, en la normativa.
La otra astracanada se había representado unas horas antes en la Audiencia Nacional. Txeroki, el ex jefe de ETA al que Interior pretende presentar como paradigma del supuesto giro de la banda a favor del abandono de las armas, era juzgado por primera vez en España y se presentó ante el tribunal como un individuo provocador, desafiante a la Justicia. El Txeroki que ayer se vio en Madrid se parece mucho más al sanguinario que ordenó cometer el atentado de la T-4 en diciembre de 2006 que al terrorista derrotado que comentaba en la cárcel -en una conversación que sólo Interior podía controlar y filtrar- que «la lucha armada ya no procede», según recogía en su primera página El País el pasado domingo.
¿Puede permitirse este país un Gobierno tan a merced de las circunstancias como el que tenemos? No se trata aquí de analizar el documento sobre los convenios aprobado ayer, pero fue patético observar al ministro de Trabajo tratando de alargar sus intervenciones para dar tiempo a que los negociadores socialistas cerraran unos acuerdos con los grupos nacionalistas que se habían empezado a hablar en la noche anterior y al más alto nivel.
Y es espeluznante analizar con qué rapidez se ha venido abajo el entramado que había construido el Ejecutivo -apuntalado por el Tribunal Constitucional- para hacernos creer que la rendición de ETA era posible si se aceptaba a los representantes de la banda en las instituciones. A la actitud de Txeroki en la Audiencia se unen los homenajes a etarras, el hostigamiento a los escoltas y el acoso a los políticos constitucionalistas. Han bastado unos pocos días para que el entorno etarra mostrara su verdadera faz, burlándose delante de toda la sociedad de un Gobierno abochornado.
Erkoreka y Txeroki, cada uno por razones bien distintas, se encargaron ayer de hacernos ver con absoluta claridad el patetismo de la agonía del Ejecutivo. No se entiende que si el único objetivo de Zapatero para alargar la legislatura era culminar las reformas económicas sea capaz de prestarse a este tipo de cambalaches. Si tuviera un mínimo de sentido del deber y del Estado, el presidente del Gobierno debería disolver las Cortes y convocar elecciones generales en cuanto el calendario lo permita. En estas circunstancias el Debate sobre el Estado de la Nación previsto para la próxima semana será una estéril farsa. A menos que lo protagonice Rubalcaba, claro.
Pleno en las Juntas Generales de Guipúzcoa
'¿Y encima nos pide valentía? Sea usted valiente y pida a ETA que se disuelva'
Juan Carlos Cano (PP) responde con vehemencia a Martín Garitano y le recuerda que los 'populares' han "soportado" el terrorismo.
- Bildu pide cambios para que Euskadi opte por la independencia
- El Gobierno: 'Si no condenan la violencia, serán ilegalizados'
Crece la acritud en el Congreso en la misma proporción en la que disminuye el debate de altura sobre los graves problemas que afronta el país. Ni el Gobierno ni la oposición están ya para otra cosa que el ataque personal, la bronca, el cruce de mentiras y las luchas por el poder.Ayer, el Pleno de la Cámara, con la última sesión de control al Gobierno antes del Debate sobre el estado de la Nación, fue un ejemplo de la batalla enfangada a la que pueden llegar los políticos cuando huelen cerca el pastel electoral.
Zapatero y Rajoy estrenaron la mañana rompiendo su habitual monotonía y cruzándose la acusación de mentirosos. El líder del PP defendía que la recaudación por tributos del Estado es mucho menor de lo que preveía el Gobierno y para demostrarlo lanzó una andanada de porcentajes sobre recogida de impuestos que, según él, no llegan ni de lejos a lo presupuestado. Con estos mimbres, afirmó, será imposible cumplir con el objetivo de reducción del déficit.
La intervención del líder del PP fue como mentarle la bicha a Zapatero. Rebotado como hacía semanas que no se le veía, refutó los datos con otros que venían a aseverar lo contrario: las previsiones de ingresos del Estado y de reducción del déficit se están cumpliendo «al 99%». También Zapatero acusó a Rajoy de mentir y, además, hacerlo con la intención de «dañar» el objetivo vital de reconducir las cuentas públicas.
En realidad, la bronca entre el presidente y el líder de la oposición fue sólo un aperitivo. El plato fuerte llegó después servido por la portavoz del PP y el vicepresidente primero y candidato socialista.
Sáenz de Santamaría se entrega sin reparos a la lucha cuerpo a cuerpo. Ayer se lanzó a la yugular de Rubalcaba destapando lo que muchos en el Congreso dicen percibir: el número dos está dedicado a una lucha interna, en el Ejecutivo y en el partido, por el poder.
Hasta el portavoz de ERC, Joan Ridao, sospecha lo mismo que Soraya Sáenz, y así lo hizo saber: «Cada día parecen más evidentes las diferencias de criterio entre usted y el presidente del Gobierno», le espetó a Rubalcaba.
Para la portavoz del PP, la conclusión de la doble personalidad en la que está envuelto el vicepresidente y candidato se salda a favor de esta segunda cara, que es la que, en su opinión, más puede satisfacer sus aspiraciones personales. «El mejor Zapatero, el que se va; el peor Rubalcaba, el que se queda. Porque mal está que un vicepresidente no asuma sus obligaciones políticas, pero peor está que las supedite a sus ambiciones personales», afirmó la popular.
Y es que ella mantiene que Rubalcaba, como vicepresidente, «debería impulsar las reformas que necesita España, pero como candidato las frena para no responsabilizarse de nada. Como ministro del Interior debería cumplir y hacer cumplir la ley, pero como candidato intenta hacerse el simpático aunque alguna se la salte. Como portavoz explica lo que hace en el Gobierno y como candidato promete lo que desde el Gobierno es incapaz de hacer». La pregunta para Sáenz de Santamaría es de libro: «¿A qué espera para elegir entre su ambición y su obligación?».
Rubalcaba vio un ataque personal en las palabras de la portavoz del PP y pese a insistir -y van dos veces- en que su voluntad es no prestarse a las «trincas», no pudo reprimirse. Él, que es habilidoso retorciendo argumentos para devolver el bumerán a la cara del contrincante, empezó reseñando la tendencia del PP a «sestear» mientras el Gobierno lucha contra la crisis, y luego pasó a sugerir que su rival es poco menos que tonta porque su trabajo consiste en seguir al dedillo su agenda y «memorizar» el folio al que se reducen sus intervenciones parlamentarias.
Metidos en harina, Rubalcaba cerró la trifulca propinándole un mandoble a Rajoy, que pasaba por allí. «Su pregunta es buena para su jefe: ¿condicionan las aspiraciones del señor Rajoy la salida de la crisis de España? Mi respuesta es sí», zanjó.
epsimo y EL MUNDO______________________
El Gobierno se ha puesto hoy de nuevo de rodillas ante los nacionalistas vascos y catalanes para sacar adelante el proyecto de reforma de la negociación colectiva. Continúa así adelante una agonizante legislatura con el cadáver político de Zapatero al frente y una España cada vez más a la deriva. El propio PNV ha reconocido que nunca había sacado tanto con una simple abstención.
Los tipejos que sostienen al Gobierno son apostadores duros con objetivos propios.
Para los ideólogos de la izquierda y los amantes roñosos, lo importante es la intención. Magnánimo, ‘El País’ ha acabado perdonando a Russian Red con un: “Vete y no peques más”. En Euskadi los indignados han impedido una detención, porque allí otro mundo no es posible.
CORRUPTOLANDIA ANDALUZA:
Andalucía paga ocho millones de euros por una red informática que no usa
La juez gana el pulso a Griñán y accede a las actas del «Eregate»
Una trama de títulos académicos falsificados permitió el ingreso en la Administración de decenas de impostores
OTRAS CORRUPTELAS:
Los puestos aparecen publicados en el Boletín Oficial de la región el último día del Gobierno en funciones. La ex consejera de Economía pasará al Servicio de Salud.
El PSOE carga contra el reajuste de Cospedal y sostiene que la institución es "muy barata". El responsable de la oficina, uno de los cargos autonómicos mejor pagados.
El tránsfuga socialista tendrá que declarar ante la juez el próximo 17 de octubre. Rescindió el contrato con el servicio de la grúa municipal sin los informes técnicos.
Los indignados persiguen durante dos kilómetros al alcalde socialista de Mollet por subirse el sueldo a 65.000 euros
MIENTRAS SUCEDE LO ANTERIOR, ASI ESTÁ EL PATIO:
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