domingo, 29 de mayo de 2011

LA FARSA DE LA PRIMARIAS: El carota de Rubalcaba trata de engaña al ciudadano incauto simulando ser elegido en un proceso democrático

Las intrigas forman parte del ADN político de Rubalcaba, especialista en revolverse en situaciones extremas
Rubalcaba asume la candidatura sin el control orgánico del PSOE
«El ungido», por Eduardo San Martín

La penúltima renuncia
EL DEDAZO DE ZAPATERO
La penúltima renuncia
El zapaterismo era más un estilo que un proyecto. El actual presidente del Gobierno no tenía experiencia ni formación; ni siquiera una biografía política relevante
«Presidente in pectore», por J. M. Carrascal
Con un mercado anémico, sólo aguantarán las empresas que tengan fuerza financiera y poca deuda
Empleo público, en el ojo del ajuste
Durante la crisis las administraciones han seguido engordando sus nóminas con 254.000 nuevos contratados. Hoy, adelgazar un abultado sector público es esencial para cuadrar las cuentas

La farsa de llamar primarias a lo que es puro 'dedazo'

Zapatero embusteroSI EL 12 de mayo de 2010 ha quedado para los anales como el día en el que Zapatero hizo trizas su programa económico y social para iniciar una política de ajustes y recortes radicalmente contraria a sus ideales, el 28 de mayo de 2011 pasará a la historia como aquella jornada en la que arrió oficialmente la bandera de otro de sus grandes principios: el de la defensa a ultranza del funcionamiento democrático de los partidos. A lo primero le empujaron sus errores garrafales, los mercados y la presión internacional; a lo de ayer, el golpe de mano de Rubalcaba y algunos de quienes han sido sus más directos colaboradores en el Gobierno y en el PSOE.

El mismo Zapatero que el pasado 2 de abril hacía una defensa encendida de las primarias -«el mecanismo del dedazo simplifica mucho las cosas, pero no es el nuestro» y «sacaremos fuerzas de la democracia para ser más fuertes que nadie en democracia», aseguraba-, se prestó ayer a que su sucesor sea designado por un puñado de barones en contubernio, hurtando así a 220.000 militantes la posibilidad de elegir. Y para ello no se ha dudado en amenazar y torcer voluntades, como dejó claro el jueves Carme Chacón.

Pero con ser todo ello contradictorio y reprobable, lo peor es el empeño del PSOE en tratar de engañar a la opinión pública asegurando que el partido va a elegir a su cartel electoral en unas primarias.Así lo dijo Zapatero y el propio Rubalcaba se encargó de subrayarlo: «Voy a presentarme a las primarias». Fiel a sí mismo, Rubalcaba intenta hacer ver como cierto lo que es falso. De la misma forma que negó los GAL, igual que considera irrelevante un escándalo como el caso Faisán, vuelve a hacer gala de ese punto orwelliano que siempre le ha acompañado para proclamar que se presenta a unas primarias. Pero unas primarias con un solo candidato no son tales; es como iniciar un combate de boxeo sin oponente, con el agravante de que al único aspirante decidido a subir al ring, los propios árbitros le han impedido que comparezca.

Zapatero embusteroLas redes sociales echaban humo a cuenta de esta farsa y se cebaban ayer con Rubalcaba. Señalaban su falta de oportunidad cuando, esta semana, se defendía del caso del chivatazo acusando al PP de no tener otro tema, como «la flauta de Bartolo, con un agujero solo». La guasa se ha vuelto contra él: es el único aspirante y, por tanto, no caben otros tonos.

A los socialistas se les ha acabado el discurso de que Rajoy no fue elegido democráticamente, pues Rubalcaba ni siquiera tendrá que buscar los 22.000 avales que se le exigiría a cualquier militante tras ser nominado por aclamación en el Comité Federal. Al contrario, ahora hay un elemento en favor de los populares: ellos nunca han tratado de presentar el nombramiento de Rajoy como fruto de la decisión de las bases.

El Comité Federal para designar a Rubalcaba dejó detalles llamativos, como que Zapatero incitara a defenderle «ante los periodistas» e incluso «ante los amigos», prueba de que es menos «querido» y «respetado» de lo que él mismo dijo. O que Chacón aplaudiera la designación, como si nada hubiera ocurrido. Sin embargo, lo esencial es que mal empiezan un partido y su candidato cuando pretenden convencer a los ciudadanos de que lo negro es blanco, y el dedazo, primarias.

'Uno de vosotros me traicionará'

Zapatero embusteroCuando hace 15 días tuve el privilegio de contemplar La última cena en el refectorio del antiguo convento de Santa María de las Gracias de Milán, embriagado por la acumulación de todos los «movimientos del alma» reflejados en las reacciones de los 12 apóstoles ante el dramático anuncio de Cristo de que en el grupo había un traidor, se me ocurrió preguntar a mis amigos de Twitter qué hubieran hecho ellos de haber estado allí. En cuestión de minutos recibí un alud de mensajes y, pese a que se trataba de una pregunta abierta que no requería identificar a nadie, en la mitad de ellos figuraba la palabra Rubalcaba.

Aunque parte de esas respuestas puedan parecer autoinducidas por mi propia opinión, de sobra conocida, ni siquiera los más acérrimos defensores del hombre que acaba de hacerse con el poder en el PSOE podrán negar que pocas veces la imagen de una figura pública ha estado tan amplia y estrechamente asociada al estereotipo negativo de la traición. Sólo Paco Fernández Ordóñez o los democristianos de UCD tuvieron alguna vez un aura remotamente parecida, con mucho menos motivo.

Así como los ingeniosos o los iracundos van dejando huella indeleble de sus actos, las traiciones son subterráneas y no es habitual escuchar a nadie vanagloriarse de haberlas perpetrado. Menos aún cuando la víctima se ha caracterizado por verter todo tipo de dones sobre su desagradecido verdugo. Tanto es así que Leonardo vagó durante meses por las calles de Milán en pos del rostro de Judas pues, como explica Giorgio Vasari, «temía que no fuera posible encontrar a nadie que habiendo recibido tantos beneficios de su Señor, poseyera un corazón tan depravado hasta hacerle traición». De hecho, de todos los rostros de los apóstoles el más difuminado en el cuadro por la tenue luz del sfumato es precisamente el de Judas.

Así como la indefinición de esa figura y la propia ambigüedad del momento en que aún no se ha descubierto la verdad, elegido por Da Vinci para su obra, refuerzan el enigma sobre los motivos de Judas, lo paradójicamente inquietante de lo que acaba de suceder en el PSOE es lo sencillo y claro que parece todo. Con 30 monedas de plata no se iba a ningún sitio ni siquiera «en aquel tiempo». Apenas daba para pagar una cena de empresa o comprar un trozo de tierra para una sepultura. En cambio el liderazgo del PSOE -incluso pasando a la oposición- supone una plataforma de poder con mucho que repartir.

Si el móvil es obvio y la trayectoria del traidor acreditada, ¿qué más necesitamos para levantar el acta del crimen? De igual manera que dos y dos son cuatro, Rubalcaba ha apuñalado a Zapatero para quedarse con la finca y evitar tener que disputar la herencia con Chacón. El más amado de los discípulos era, en efecto, en este caso una mujer, y la llorosa comparecencia de la ministra de Defensa ha venido a colmar todas las fantasías de Dan Brown sobre la presencia de la Magdalena en el cuadro. ¿Caso cerrado? Sí y no.

Comoquiera que uno de los tuiteros me devolvió la patata caliente preguntando a su vez qué habría hecho yo si hubiera estado presente en la cena de aquel jueves, mi reacción fue casi pauloviana: primero contarlo en internet, luego grabar un videoblog y enseguida poner en marcha el mayor despliegue de periodismo de investigación posible. O sea mi hoja de ruta desde el mismo instante en que se anunció la inesperada rueda de prensa de Ferraz.

Hará falta más tiempo para identificar todas las conductas y poner a cada cual en su lugar definitivo en el cuadro, pero en las horas transcurridas ya hemos podido descubrir que aquí ha habido mucho más que la traición de Rubalcaba. Algunas de las más activas complicidades en el regicidio no constituyen sorpresa alguna. Por ejemplo que el que llevara el puñal a la espalda, al modo en que lo hizo Simón Pedro, fuera Chaves. Si alguien estaba dispuesto a matar con tal de preservar el viejo orden era quien se sentía más amenazado por el riesgo de convertirse en símbolo de lo intolerable en un PSOE dispuesto a renovarse.

Muchos se quedarán en cambio atónitos al saber que el propio José Blanco que hizo el mismo ademán de proteger a Cristo que Santiago el Mayor, desplegando los brazos en defensa de las primarias cual si de poner un dique a la petición de congreso extraordinario se tratara, era en realidad el jefe de estado mayor de la conjura. Hasta tal extremo que ha llegado a jactarse de haber sido el inspirador y coordinador del órdago verbalizado por Patxi López y Fernández Vara. De hecho, otros barones bajo su batuta estaban listos para repetir el estribillo, si él lo hubiera considerado necesario.

Lo ocurrido ha sido en definitiva una repetición sofisticada de aquellos nuevos sucesos de La Granja de hace dos meses cuando Rubalcaba en el papel de Carlos María Isidro y Blanco en el de Calomarde presionaron al agonizante Zapatero para que derogara la Pragmática Sanción -o sea las primarias- que alentaba las pretensiones de la bien querida niña. Como ya revelé en su día, aquella intentona, culminada durante un almuerzo en La Moncloa, estuvo tan a punto de fructificar que el presidente encargó el discurso en el que se cubría el trámite estatutario con el engendro de unas primarias uníparas, acompañadas de la unción oficial de Rubalcaba. O sea lo de ahora.

Su marcha atrás del 2 de abril dejó al involucionista bando apostólico con dos palmos de narices y le permitió a él entonar su canto del cisne, refrendado por ese titular de EL MUNDO que le hizo sacar pecho: «Zapatero deja el futuro del PSOE en manos de sus 220.000 militantes». Fue bonito mientras duró: apenas un cuarto de hora.

La madeja de la ambición seguía tejiendo el tapiz de esta historia sobre el bastidor del factor humano. Blanco descarta retirarse a Galicia a disfrutar de la familia porque sus opciones vitales son muy distintas de las de Zapatero. Rubalcaba y él aprendieron de aquella escaramuza que no bastaba con persuadir al presidente sino que había que asustarle. Probablemente ya quedó convenido entonces que tan pronto como se consumara la derrota -tras la campaña codirigida por ambos- habría un López, secundado por un Fernández, que pediría el congreso.

Y, claro, a las maquinaciones de este tándem y sus acólitos hay que sumar las del siempre inabarcable Bono, si bien tuvo al menos la deferencia de decírselo todo a la cara al presidente. Lo hizo el propio 22-M al término de un almuerzo en el que junto a sus hijos sirvió de anfitrión en su casa de Toledo a Zapatero y Sonsoles, con su consuegra Natalia Figueroa, el alcalde de la ciudad García-Page y el amigo de la familia Miguel Bosé como únicos apéndices. Acabada la cena, (perdón, el almuerzo), el perdedor del congreso de 2000 le dijo al vencedor que las primarias eran un disparate, que el Comité Federal debía proclamar candidato a «Alfredo» y que él debía formar un nuevo gobierno de primeras figuras para aplicar de verdad las reformas y darle al PP la batalla por el centro, en lugar de virar hacia la izquierda como proponían Chacón y sus amigos.

Si tenemos en cuenta el activismo en pro de los conspiradores de un Jáuregui desde dentro del Gobierno -lo que anunció indiscretamente que iba a pasar se ha cumplido al milímetro- o de un Ibarra -en sintonía con González y Guerra- desde el oneroso estanque dorado de su jubilación; y si consideramos además que la resistencia de barones como Griñán, Barreda o Tomás Gómez hay que interpretarla más en clave de particulares ajustes de cuentas que de apoyo abierto al presidente, casi habría que llegar a la conclusión de que la frase evangélica certera era esta vez: «Ninguno de vosotros dejará de traicionarme».

Podríamos desembocar así en la imagen «a lo Adolfo Suárez» -sustitúyase el móvil por el pitillo- de nuestra portada del viernes en la que un Zapatero fuera de la realidad y abandonado por todos encabeza un vacío banco azul. Pero sería un final demasiado tópico para alguien tan alambicado. De hecho aquí queda por añadir un elemento clave y es que resulta que en la conspiración contra Zapatero ha tenido un papel muy importante otra persona más: él. No hay más que ver la satisfacción con que se acopla al papel ornamental que le han dejado y la indulgencia con que despacha el chantaje del congreso, explicando que no es que la jugada fuera en su contra sino que simplemente se desarrolló a sus espaldas.

Si bien en tiempos contemporáneos se ha catalogado como «síndrome de Estocolmo», esta desviación de la conducta de las víctimas tendente a justificar a quienes les han sometido a las mayores sevicias o traiciones ya tuvo curiosas manifestaciones en la antigüedad. Así la patrística de San Ireneo y San Epifanio nos ha dejado el recuerdo de la persecución contra una secta de carácter gnóstico conocida como los cainitas, que sostenían que Judas había actuado bajo la inspiración divina, haciendo un gran servicio a la Iglesia al traicionar a Jesús para que este pudiera redimir a la Humanidad.

Se me dirá no sin razón que algunos teólogos modernos tienden a la benevolencia retrospectiva a la hora de juzgar a esa secta. Pero, claro, en la situación que nos ocupa ni hay el menor indicio de que Judas tenga el propósito de ahorcarse, ni menos aún existe un protocolo para afrontar el supuesto de que sea el Papa el que se haga cainita.

epsimo y ELMUNDO______________

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Noche de cuchillos largos
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Mari Carmen, funcionaria andaluza
Mari Carmen, funcionaria andaluza / abc
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Exteriores dilapida 330.000 euros en renovar su "mantelería de gala"
El ministerio de Jiménez también adquiere una suntuosa vajilla para las embajadas. Los enseres tienen "un alto nivel de calidad".
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