domingo, 29 de mayo de 2011

Cadena perpetua por delitos comunes

El preso más antiguo de España, con 40 años de prisión a sus espaldas, pide el indulto. “Los de ETA salen a la calle a los dos días y mi hermano, que no ha matado a nadie, lleva toda una vida entre rejas”.
“Qué lucha más ingrata”, suspira compungida Encarnación, que acaba de resumir en 60 minutos una batalla judicial que dura ya 40 años. Cansada, afligida y “harta de tanta injusticia”, esta onubense cuenta con memoria pasmosa cada detalle de la azarosa vida de su hermano, considerado el preso más antiguo de España. “Es una cadena perpetua encubierta”, denuncia entre sollozos Encarnación, que no alcanza a comprender por qué “los presos de ETA salen a la calle a los dos días” y su hermano, “que no ha matado a nadie, se ha pasado toda una vida entre rejas”.

Miguel Montes Neira tiene a sus espaldas 20 causas. Gran parte de ellas son sus propias fugas y ninguna es por delitos de sangre. Este anciano, que ya rebasa los 60 y que padece hepatitis y tuberculosis, lleva más de 15.000 días en prisión enlazando condenas, desde que el 7 de octubre de 1976 pisase por primera vez la cárcel acusado de deserción del Ejército. “Lo que retiene a Miguel es una trampa legal de la que es muy difícil salir”, explica su abogado, Félix Ángel Martín García, que lleva 10 meses con este caso que le tiene “enganchado y frustrado” a partes iguales. “Pedimos la refundición de las penas y que se cumpla el Código Penal, que establece que el límite está en los 40 años”, exige el letrado, mientras mira con complicidad a Encarnación, de la que no se separa ni a sol ni a sombra. Hace una pausa y prosigue: “Apelamos al sentido común. Es inadmisible que en un país como España un delincuente común se tire toda su vida en prisión. Si Miguel hubiese matado a dos personas, estaría en la calle”.

La comparación no es gratuita. Encarnación cuenta que en la cárcel de Jaén, una de las muchas por las que ha pasado su hermano, coincidió con Gatza, el preso más antiguo de ETA. “Este señor, que había asesinado a dos guardia civiles, le dijo: “Yo me he cargado a dos y me voy, y tú te quedas”. La indignación de Miguel fue mayúscula. “Si él hubiese matado a una sola persona, yo no estaría aquí, pero mi hermano no ha herido a nadie, sólo se ha hecho daño a sí mismo”, lamenta Encarnación, a la que la vida también le ha sabido a poco, luchando desde el primer día por que se haga justicia en su familia: ha tenido que dejar su trabajo y vive con el estigma de tener un hermano preso. “Se pasa muy mal, la gente te juzga sin conocerte”, afirma apenada.

Sus hijas

Como ella viven las dos hijas de Miguel, de 13 y 15 años, a las que al principio fue fácil mantener al margen. Hasta que crecieron. “Cuando eran pequeñas, les decíamos que su padre estaba en una fábrica y tenía mucho trabajo, pero ya conocen su situación”, cuenta Encarnación sobre dos niñas que se han criado sin padre. Sólo han podido disfrutar de él en alguna de sus fugas, cuando Miguel siempre ha aprovechado para estar con la familia. “Una vez se presentó en la boda de mi nieta, tirando arroz”, recuerda esbozando una sonrisa.
Ahora Encarnación juega contra reloj. Miguel lleva más de un mes en huelga de hambre y ella quiere quemar el último cartucho que le queda. Ha pedido al Gobierno la concesión del indulto “por razones humanitarias”. “Si hay voluntad política, Miguel sale a la calle antes de 2021, que es hasta cuando tiene que estar en prisión”, explica esperanzado Félix. “Sólo queremos que despierte de esa pesadilla y vuelva a la vida”, concluye su hermana.

Gaceta.es

No hay comentarios:

Publicar un comentario