México no les ha protegido
Cuatro países ofrecen asilo a la amenazada familia Reyes Salazar
Ocho muertos y 15 heridos en dos ataques a sendos bares en México
Varios desconocidos entraron y se liaron a tiros. La policía aconsejó cerrar al resto de los bares en previsión de nuevos ataques.
... Y cuatro decapitados en Nuevo Laredo
A 40 kilómetros de Buenos Aires, capital de un país cuya economía crece al 7 por ciento, una legión de indigentes lucha cada día por los desperdicios con los que sobrevivir
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Una respuesta tibia ante el genocidio de un lunático
DIEZ DÍAS y miles de muertos después, la comunidad internacional comienza a reaccionar contra la masacre que el lunático presidente de Libia está perpetrando en su país. La Unión Europea -puede decirse que una vez más, pero no es un consuelo- ha demostrado su incapacidad para reaccionar con rapidez y voz propia ante la escalada sangrienta de Gadafi. Obama, como había hecho Suiza, firmó el viernes una orden para congelar los bienes del dictador en EEUU y ayer se mostró contundente -en unos términos que no llegó a utilizar con Mubarak-, advirtiendo de que Gadafi «debe marcharse ahora». Seguidamente, Francia y Reino Unido presentaron ante el Consejo de Seguridad de la ONU una propuesta de sanciones, que fue aprobada por unanimidad esta madrugada, y que autorizaba a la Corte Penal -una mención polémica y «suavizada» a última hora- a abrir una investigación contra el líder libio por posibles crímenes contra la Humanidad. No hay que hilar muy fino para darse cuenta de que lo que está sucediendo en Trípoli, donde los mercenarios de Gadafi disparan indiscriminadamente contra la población civil, es un genocidio.
Sin embargo, la propuesta de resolución ha llegado tarde. Ni se ha impuesto una zona de exclusión aérea para evitar los bombardeos contra los libios ni se exigirá abiertamente a Gadafi que pague por sus crímenes. China -es evidente que el régimen comunista está inquieto por la caída de las autocracias del mundo árabe- y EEUU -siempre reacios a un Tribunal Penal Internacional- lo impidieron. Francia, Reino Unido y Canadá anunciaron la ruptura de relaciones diplomáticas. Es pertinente preguntarse cuándo España va a hacer lo propio. Además, Gadafi tiene una gran finca en Málaga -como revela hoy Crónica- y el Gobierno debería seguir el ejemplo de Obama de congelar sus propiedades. Seguramente los libios que están combatiendo para librarse de la tiranía esperaban un mensaje mucho más claro e inequívoco a Gadafi para detener su locura sangrienta.
No hay una cifra oficial de muertos debido al cerrojazo informativo, aunque los testimonios de militares y de los grupos rebeldes que controlan la mayor parte del territorio libio permiten concluir que la caída del dictador es cuestión de tiempo. La brutalidad de los matones de Gadafi no le será suficiente para sobrevivir, puesto que los libios siguen en la calle reclamando libertad. Tanto el tirano como sus hijos son conscientes de ello, porque el ya tristemente célebre Saif al Islam pidió ayer una negociación a los rebeldes y reconoció «errores» en la actuación del régimen.Las especiales circunstancias de Libia, el temor por la escalada del precio del petróleo -que en España ya ha causado medidas de excepción- y el miedo a una oleada de inmigrantes -«éxodo bíblico» ha dicho Fratini- pueden explicar, pero nunca justificar, la tardanza y la tibieza de la comunidad internacional a la hora de reaccionar ante un caso tan flagrante de dictadura criminal.
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