Un recluso de la prisión de Burgos que se halla en la Sección Abierta huyó a media mañana de ayer del centro penitenciario tras forcejear con un funcionario que le halló una escopeta con los cañones recortados en una bolsa. El interno, cuyo nombre se corresponde con las iniciales M. A. G. R., guardaba el arma, que obtuvo al parecer durante un robo en una autocaravana, en su taquilla y la utilizaba para otros hurtos que cometía salía de la cárcel, informaron a este periódico fuentes del sindicato de prisiones.
El preso acudía al psicólogo de Cruz Roja para tratarse de su adicción a las drogas. A la consulta acudía habitualmente junto con otro presidiario. Ayer faltó a la cita. Fue precisamente cuando abandonaba el centro penitenciario para acudir a la terapia cuando el funcionario observó que portaba una bolsa. Al requerirle para registrala, el preso se negó e hizo además de coger el arma de la bolsa, aunque el funcionario reaccionó con rapidez para intentar quitársela. Durante el forcejeo la escopeta se descompuso y cada uno se quedaba con una pieza.
El preso empujó entonces al guardia y aprovechó que la sección abierta de la prisión carece de vallas para escapar corriendo. El reo se halla en paradero desconocido y en situación de ‘busca y captura’ tras notificarse la huida a las fuerzas de seguridad de Estado en la provincia.
El recluso, al parecer, introdujo en la prisión la escopeta por piezas y la guardaba en su taquilla. Según las fuentes consultadas, ya había protagonizado algunos robos en autocaravanas durante el tiempo que permaneció fuera de la prisión.
Los sindicatos denuncian la desprotección de los funcionarios en la Sección Abierta de la prisión burgalesa. Y se señala que hace unos años se registraba un incidente de características similares cuando se halló otra escopeta durante un registro en la misma dependencia. El sindicato reclama desde 1996 la instalación de una valla perimétrica que impida la salida y entrada sin control desde esa zona de la prisión. La falta de presupuesto, primero, y las condiciones propias del sistema de régimen abierto, más tarde, son las razones que la Administración da para no colocar esa protección.
Las fuentes sindicales consultadas aluden a que la masificación de los centros penitenciarios en el Estado potencia el paso de reclusos que no reúnen las condiciones precisas al régimen abierto y dejar así espacio a nuevos ingresos. Aunque en algunos casos, los más claros, los fiscales recurren algunas de esas decisiones, «al final acaban saliendo porque prevalece la decisión política dada la situación de masificación».
El cabecilla del motín de Fontcalent fallece en una prisión de Cádiz
Antonio Cortés "El zorro" tenía 48 años y una condena que superaba el siglo
A la larga condena que arrastraba por su participación en numerosos atracos en plena adolescencia la Audiencia de Alicante le añadió, en febrero de 2006, otros 106 años por liderar el motín de Fontcalent en la década de los 90. El tribunal lo consideró autor, junto a varios amotinados más, de los delitos de atentado contra la autoridad, detención ilegal de los ocho funcionarios secuestrados durante la revuelta y de la muerte de un recluso argelino, que fue asesinado de manera brutal con la única intención de buscar notoriedad mediática y forzar a las autoridades a negociar su liberación.
Cortés Escobedo "El zorro" arrastraba problemas de salud desde hacía años. A pesar de ello se resistía a seguir el tratamiento prescrito por los médicos y a ingresar en el Módulo de Enfermería de la prisión gaditana del Puerto de Santa María. A principios de esta semana, tras mostrarse indispuesto, fue excarcelado para ser ingresado en el Hospital Clínico Universitario de Cádiz. Allí permaneció varios días bajo control médico mientras era sometido a numerosas pruebas. Sin embargo, en la tarde del jueves moría de forma repentina por causas naturales. Al parecer por una parada cardiorrespiratoria.
Era uno de los presos más antiguos de España pero, por su perfil psicológico, trayectoria delictiva y reiterado rechazo a reinsertarse socialmente, también estaba considerado por Instituciones Penitenciarias como uno de los más conflictivos. Cruzó por vez primera el umbral de una cárcel cuando tenía 17 y desde entonces recorrió la práctica totalidad de las prisiones españolas. Durante los cuatro años que permaneció en la prisión de Villena y los siete meses que ha estado encerrado en Puerto I no ha protagonizado ningún altercado destacable. Sin disfrutar de ningún permiso ni participar en talleres u otras actividades penitenciarias, sus 31 años de presidio transcurrieron en la más absoluta rutina entre los muros de su celda y los paseos diarios por el patio. Con importantes problemas de relación social y un deterioro físico y psíquico notable, en los últimos años presentaba un aspecto abandonado y desaliñado propio de un "náufrago". "El zorro" era, junto al también eldense Manuel Pinteño, el último delincuente de la llamada generación perdida, que tuvo al fallecido Juan José Moreno "El Vaquilla" como principal referente.
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